domingo, 15 de diciembre de 2013

Estallido social



 

Con apenas unas horas de diferencia han coincidido la muerte en Sevilla de tres miembros de una misma familia por consumir alimentos en mal estado y una enésima manifestación, esta vez contra la futura Ley de Seguridad Ciudadana. En la mejor de las estimaciones, a esta concentración en los alrededores del Congreso de los Diputados asistimos unas 5.000 personas.
 
Cuando la Ley Corcuera, aquel leño de ministro llegó a decir que poco podía importar al probo ciudadano una norma represiva como aquella: si nada tienes que ocultar, nada tienes que temer, venía a proclamar.

Ahora comanda la represión un meapilas que nunca diría cosas así, pues es persona de orden y verbo ponderado. Más aún, seguramente considerará que es pura demagogia si no cosa de Belcebú relacionar el fallecimiento de una familia obligada por la política del Gobierno en el que milita el monago a alimentarse en los contenedores de la basura, con las protestas de la gente de baja estofa, es decir, médicos, maestros, funcionarios, bauseros, empleados de lavandería, mineros, los que dan luz a los semáforos, los del metro, pensionistas, preferentistas, desahuciados…los que no forman parte de la mayoría silenciosa…y sensata que diría su jefe el mentiroso.
De acuerdo con el Ministerio del Interior, en el primer año de gobierno de Rajoy y los suyos, se celebraron más de 36.000 manifestaciones en España. La respuesta de los golpistas en diferido en forma de simulación a la voz de la gente es la Ley de Seguridad Ciudadana y la subsiguiente de Seguridad Privada, ambas aceptadas sin rechistar por los ciudadanos sensatos y mudos, que el que calla otorga como dice una máxima de aplicación en todas las dictaduras. Las dos están preñadas de preceptos inconstitucionales y las dos serán recurridas; no deberían preocuparnos por tanto pero es que, vista la celeridad y ecuánime juicio con que suele pronunciarse el Alto Tribunal, cuando estas normas sean derogadas, ya habrán hecho mucho daño.

Dice Cayo Lara que todo esto va a provocar un estallido social. Si nos atenemos a la manifestación a la que me refiero al principio, pues no parece que sea así. Si miramos el carácter y la dimensión de ese elevado número de colectivos que salen a la calle casi de continuo a protestar por lo suyo (o por lo de todos, según se mire) uno empieza a pensar que deben tener razón los que aseguran que secularmente los españoles somos un pueblo de extremos. No nos gusta el lío, aguantamos lo indecible, somos pacíficos casi siempre e incluso cuando vociferamos en la calle (sumisos dicen otros) pero cuando nos ponemos, hacemos tabla rasa y nos llevamos por delante lo que sea; no sé si se referirá a eso Lara.
O puede que no. Puede que no sea nada de eso; que nuestro Lenin de salón esté manifestando más un deseo que formulando una predicción fundada y hayamos involucionado hasta el punto de que si llamamos bruto (no salvaje, asesino o hijo de puta, no crean) a un guardia, éste estima que se trata de un insulto intolerable a la autoridad y nos ponen una multa de cuantía absurda por ello, aceptemos la ruina y la indignidad sin más pensando que debiéramos ser como la gente educada en buenos colegios que sabe moderar (modular, por mejor expresión de quienes saquean nuestras libertades) su genio y su lenguaje. O que si un vigilante del supermercado (o la cajera, qué más da) al que solemos ir barrunta que estamos delinquiendo y nos detiene, será porque algo raro hemos debido de hacer, incluso si es sin darnos cuenta, pues estamos obligados a cuidar de que no se altere el orden establecido con despistes que den a entender comportamientos ambiguos y, por tanto, sospechosos.

Al fin y al cabo, muere una familia en Sevilla a la que la vergüenza no le permitía hacer visible su miseria y prefería alimentarse de mierda en silencio y, como mucho, nos quedamos perplejos o se fijan días de luto o se ponen banderas a media asta…y hasta la próxima.
¿Saben qué? Me cuesta mucho amar a mi país.

miércoles, 27 de noviembre de 2013

Ni la madre que la parió

Si alguien me hubiera dicho hace apenas cuatro o cinco años que iba a ocurrir lo que voy a comentar a continuación, le hubiera observado con absoluta perplejidad, como si mi interlocutor hubiera perdido definitivamente la chaveta. Sencillamente: habría sido inconcebible. Para que se me entienda: cierta madrugada conducía yo por una desierta calle alemana y, al darme cuenta de que había equivocado la dirección de mi hotel, giré por completo sobre la marcha y traspasando la línea continua que dividía la calzada; comenté a mi acompañante: “si me llegan a ver los guardias, me llevan al calabozo” El susodicho compañero de viaje, conocedor de la idiosincrasia del pueblo germano, me respondió que no, que no hubiera pasado nada porque los agentes del orden hubieran pensado: “eso que acabamos de ver no puede haber sucedido, no en Alemania”

Pues lo mismo, o sea. Me sirve la anécdota para explicar que a los españoles nos están pasando cosas no ya injustas, socialmente catastróficas, moralmente reprobables, políticamente deleznables, etc. sino incluso inasumibles por pertenecer al ámbito de las peores pesadillas o a los tiempos de la ignorancia y la tiniebla y el reverso tenebroso y tal.  
Se atribuye con fundamento a Alfonso Guerra la frase: ”El día en que nos vayamos, a España no la va a conocer ni la madre que la parió” pronunciada en 1982 y tras arrasar en las urnas el Partido Socialista. Fue verdad. Y me apresuraré a decir que no quiero entrar en disquisiciones sobre méritos de unos o de otros. España cambió y mucho… y allá cada cual con sus filias, sus fobias y sus fantasmas…y sus explicaciones interesadas.

En una especie de ejercicio inverso ahora tampoco reconozco mi país. A ver: identifico a los trileros, los corruptos, los aprovechones, los sinvergüenzas, los salvapatrias, los tontos de baba, los depredadores de lo común…eso es fácil, esos son universales y los hay sin distinción de raza o credo. Pero este país de hoy no se parece al que al menos tres generaciones de españoles hemos construido (lo de vivir por encima de nuestras posibilidades debe ser enviado ya, sin dilación, a la galería de estupideces notables; por mero sentido del pudor) con esfuerzo, con mucho esfuerzo y al margen de la desmemoria que hoy parece tomar carta de naturaleza entre nuestra gente. Y ha ocurrido en tiempo record.
Tan rápido va que aceptamos en los telediarios como una noticia convencional no ya la última necedad de una alcaldesa o, el exabrupto criminal de algún miserable con escaño nacional o autonómico, sino la pretensión de poderosas empresas como OHL, Sacyr o FCC (ellas también son la sociedad civil, queridos) de mandar a la calle a más de 1.000 personas y bajarles el sueldo a la mitad a los que se quedan: barrenderos, gente humilde que nada sabe de los despachos impolutos en los que perpetran estas cosas los directivos de OHL, Sacyr o FCC; o los de Flisa, que tratan de ahogar hasta lo insoportable a las familias de poco más de 100 empleados que se dedican a lavar la sábanas que usted y yo usaremos caso de tener que ingresarnos en un hospital (por ahora) público.

Si tienen curiosidad, dense una vuelta por los sitios web de estas empresas: es ilustrativo y muy pedagógico a propósito de quién es quién. Estas son las direcciones:
http://www.ohl.es/

http://www.fcc.es/fccweb/index.html

Ah, esta otra es la que reventó la huelga de la limpieza de Madrid por orden de Ana Botella:

 http://www.tragsa.es/es/Paginas/Inicio.aspx

Ni les cuento lo que hubiera pasado en otros tiempos en circunstancias parecidas. ¿papeleras vaciadas en el suelo? Uy que risa.
Siento no poder facilitarles las páginas web de los barrederos o de los empleados de la lavandería general: es que no tienen.

Y ¿qué les parece que alguien sortee un puesto de trabajo? Pues lo hay; aquí lo tienen, el Centre Comercial Diagonal Mar, de Barcelona y la Asociación de Comerciantes y Empresarios de Ponte Caldelas, Pontevedra, venden papeletas y el premio es un puesto de trabajo (Hay más, que el ejemplo cunde)
http://www.diagonalmarcentre.es/

Supongo que si a los genios del marketing que se les ha ocurrido esta iniciativa les hablo de que el trabajo es un derecho y no una muñeca Chochona, me arrearán un papirotazo con la Reforma Laboral en vigor. Esos tipos no pertenecen ya a la desmemoria, son criaturas de este tiempo…e igual que el sueño de la razón produce monstruos, el de la sinrazón produce cabrones a velocidad de vértigo.

Termino con otra perla: vean esta bonita oferta de trabajo:

http://www.findablogger.net/311542/se-buscan-redactores-para-nuevo-medio-de-comunicacin
Si no quieren entrar en la página (les aseguro que no les aprovecharía gran cosa) les resumo lo que hay: buscan redactores “con seriedad y constancia para nuevo proyecto de medio de comunicación” y “Se pagará 0,0065 euros por palabra por cada artículo, siendo un máximo de 1.000 palabras por artículo…Se exige un mínimo de 2 artículos por semana, y un máximo de 7 por semana”

De modo que si uno es Francisco Umbral y es capaz de escribir artículos interesantes de 1.000 palabras todos los días, ganará 0,0065 x 1.000 x 7, esto es, 45,5 euros a la semana y se habrá exprimido la sesera hasta la extenuación. La de periodista es una profesión con muchísimo desempleo así es que, por supuesto, mejor esto que nada, como diría el mamón que dicta la política de personal de los talleres de esclavos de Bangla Desh y, por lo visto, la de Find a Blogger. Belcebú les confunda a ambos.
En fin, yo no sé si estamos saliendo del túnel, si la luz se ve o no y todos esos absurdos eccéteras. Lo que sé es que lo que les acabo de contar es la prueba del daño que los que provocaron esta crisis y quienes la utilizan como coartada están haciendo a España, tanto que, efectivamente, ya no la conoce ni la madre que la parió.

domingo, 10 de noviembre de 2013

Conferencia Política: Y ahora ¿qué?

He seguido con mucha atención la Conferencia Política del PSOE. Estoy seguro de que para gran parte de los militantes y un buen número de simpatizantes, ha sido una inyección de moral.

Dicen "Hemos hecho cosas mal...” y a continuación explican en detalle las que han hecho bien a lo largo de etapas anteriores: la socialdemocracia es quien más y mejor política social ha hecho desde que vivimos en democracia. La perplejidad con la que llevan dos años, DOS AÑOS, asistiendo a su propio ostracismo, no debe parecerles nada, ni bien ni mal, ni frio ni calor, porque a eso no se han referido. Si han conseguido agotar la paciencia y la capacidad de esperanza de la gente, eso tampoco debe ser parte de sus preocupaciones.
Nos comprometemos -dicen- con la igualdad, el laicismo, la defensa de lo público, con una fiscalidad más justa, con el federalismo, etc, etc, es decir, con todo aquello con lo que cabe esperar está comprometido per se un partido de izquierdas.

No es suficiente. Ya no.
Lo que quiero saber es QUÉ, en concreto, es lo que reconocen haber hecho mal cuando gobernaban y a lo largo de estos dos años de golpe de estado encubierto del PP; de otro modo no podré saber si su autocrítica es sincera o si solo son falsos golpes de pecho, un examen de conciencia vacío y utilitarista. Ese reconocimiento global no es nada.

Y quiero saber CÓMO cumplirán esos compromisos que no hacía falta explicitar. El brillante discurso de Rubalcaba y la emocionante perorata de Díaz, solo son en este momento puro fuego de artificio, tan solo una anécdota; mi país y mi gente está pasándolo demasiado mal, llevamos demasiado tiempo sufriendo la decepción como para que nos conformemos con palabras.

miércoles, 6 de noviembre de 2013

La Conferencia Política: "Ganarse el Futuro"

A pocas fechas de la celebración de la Conferencia Política del PSOE, echo a faltar un poco de fuegos de artificio, un poco de fiestuqui de la democracia; algo.
Esta mañana escuché a la gran esperanza blanca en una entrevista, en la SER; a Eduardo Madina. Parecía mi abuela. El otro día también puede atender a los razonamientos de Ramón Jáuregui en el mismo espacio radiofónico. Era mi abuela. Y, por fin, también hace unos días mis entendederas se regalaron con las palabras de Patxi López en idéntico espectro radioeléctrico. Éste no sé muy bien lo que era aparte de alguien que dice no se va a poner de perfil…
No sé. Es que se supone que este fin de semana, el gran partido que este país de nuestras penas necesita, resurgirá por fin de sus cenizas en una explosión de ideas, de propuestas, de nuevas expectativas que nos devolverán la ilusión. Si ese es el magma que bulle en el crisol de las ideas, ya deberían estar petando por ahí a base de cuñas de radio, spots televisivos, sesudos artículos de intelectuales afines, brillantes soflamas en todas las tertulias de la España toda. Ah, bueno, sí: está el juez Garzón por ahí y algunos reputados socialistas dándole al canapé en la fiesta de La Razón.

He brujuleado desde hace tiempo en las disimuladas plataformas digitales que el PSOE ha puesto a disposición del gentío a lo largo de estos meses e incluso he tenido el atrevimiento de formular alguna propuesta. Poco ambiente, la verdad, que achaqué a escasez de fondos para promoción o a la natural desidia del pueblo soberano.
Ni se me ocurría pensar que solo era una apariencia y que la susodicha Conferencia va a ser una reunión sin sobresaltos en la que la cúpula (manda narices con la palabrita) dictará por donde han de ir los tiros; o sea, como dice Madina, se trata de cambiar el partido adaptando a los tiempos actuales la ideología de siempre…o como digo yo: que lo de cambiar desde abajo…ya si eso con lo que haya.

Veremos que da de sí el fin de semana. ¡Ala, a ganarse el futuro!

lunes, 14 de octubre de 2013

Administración Local: no es una reforma, es un ajuste

Hace unos años tuve ocasión de dirigir un periódico de difusión local y regional e información general: El Universo de Madrid fue el único diario que, en soporte papel y digital, esta Comunidad Autónoma ha tenido en las últimas décadas. Como tantas cosas, se lo llevó la crisis y algunos errores de posicionamiento ideológico y de estrategia empresarial.

Explico lo anterior por una única razón: que se entienda hasta qué punto puedo resultar yo fiable si hago la siguiente afirmación: durante muchos años, el municipalismo español fue un movimiento vital que impulsó un notable consenso apartidista sobre la importantísima función de los ayuntamientos en su cercanía a los ciudadanos y laboró por una profunda reforma de la Administración Local, hasta el punto de acuñar la idea de una segunda descentralización del Estado español.
Todo eso va a saltar por los aires con la futura Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local, que acaba de iniciar su tramitación parlamentaria. Como en tantos otros casos, el Gobierno legisla contra todas las partes interesadas en su enloquecida carrera por cargarse una forma de entender la sociedad. Así, el domingo pasado, más de 2.000 alcaldes y concejales de toda España se manifestaron en contra; anuncian un recurso de inconstitucionalidad -que granarán, seguro- si el Ejecutivo no retira la Ley e inicia un proceso consultivo hasta ahora inexistente. Naturalmente, en ese grupo de ediles no había nadie del PP; ellos prefieren pronunciarse en privado pero, créanme, opinan lo mismo. No es del caso, pero podría citar a unos cuantos munícipes populares de ciudades y pueblos que no hace mucho se ponían al frente de la procesión con gran entusiasmo.

Parafraseando a Mariano Rajoy, podría decirse que en la línea argumental del Gobierno para defender esta Ley, todo es falso…y no hay cosa alguna que no lo sea.
Y la primera gran mentira es que no se trata de una reforma sino más bien de un burdo ajuste que, en ese afán del Ejecutivo por no dialogar con nadie, se pretende perpetrar de espaldas a los propios municipios, la oposición política, a la Carta Europea de Autonomía Local y el lucero del alba; y al revés de como han hecho los países de la UE que han realizado cambios en su organización administrativa recientemente: lo han hecho reforzando las competencias (la autonomía local y el autogobierno) de los municipios; aquí, por el contrario, se vacía de capacidades a los ayuntamientos y se potencia el papel de las diputaciones provinciales, entidades sin legitimidad democrática directa e innecesarias, como no sea para mantener una estructura de poder real por razones puramente ideológicas o de favorecimiento del nepotismo.

Dice la última referencia del Consejo de Ministros: “La reforma tiene como objetivo evitar duplicidades entre las administraciones públicas y ahorrar costes a los ciudadanos...supondrá un ahorro estimado de más de 8.000 millones de euros entre los años 2013 y 2015” Lo del ahorro no se explica por ninguna parte y en cuanto a evitar duplicidades, el argumento es de un cinismo inaudito: como se ha dicho, se cercena la capacidad de actuar de la administración más cercana al ciudadano para dar poder a otra que ni está ni se la espera.
Yo no sé si en todo esto hay una intención que ya es trasversal en todas las reformas que emprende el Gobierno del Partido Popular: el deterioro de lo público como preámbulo de la presunta eficiencia de la iniciativa privada en los servicios. Lo que sí sé es que esos servicios a la ciudadanía se van a deteriorar (claramente: en eso consiste el ahorro) y de que esta Ley tiene lo que nunca debería tener un instrumento legislativo que toca asuntos que están en la base misma de la administración del Estado, su carácter estúpidamente coyuntural.
¿Saben cuál fue el argumento estrella del gobierno de Mariano Rajoy para impulsar esta Ley? Pues la pesada carga financiera que la Administración Local tiene en las cuentas de España. Todo falso…sin que haya cosa alguna que no lo sea: según la Federación Española de Municipios que preside Íñigo de la Serna, alcalde de Santander (PP) en 2012 la deuda pública de los ayuntamientos fue del 3,4% del PIB (bajando: en el ejercicio de 2011 fue del 3,5%) ¿Y saben cuál fue el déficit de los municipios en 2012? Ninguno: hubo superávit del 0,22%

martes, 8 de octubre de 2013

La educación, la OCDE y las burdas manipulaciones


“En esta sociedad, Marcus, los hombres a los que más admiramos son los que ponen en pie rascacielos, puertos e imperios. Pero en realidad los más notables y admirables son aquellos capaces de poner en pie el amor. Porque es la mayor y la más difícil de las empresas”
Lo que acaban de leer es lo que Harry Quebert le dice a Marcus Goldman en “La verdad sobre el caso Harry Quebert” de Joël Dicker (Alfaguara). El primero es un consagrado escritor y el segundo otro que aspira a serlo.

Me ha venido a la cabeza la conversación literaria entre dos personajes de ficción, Harry y Marcus, a propósito del resultado del examen de competencias básicas de la población adulta hecho por la OCDE en 23 países, que ha levantado ampollas (o eso dicen) en nuestro país. Verán por qué.
No estoy muy seguro de estar hablado del mismo informe del que se han hecho eco ciertos medios de comunicación con puntualidad y precisión de voceros dóciles del Ministerio Wert, también llamado de Educación. En resumen, vienen a concluir que los españoles estamos a la cola en comprensión lectora y en destreza matemática y que la culpa la tiene la LOGSE.

Lo primero es verdad, si leemos solo el trazo grueso. Lo segundo, como era de esperar, no. A ver: el examen de la OCDE se ha realizado a personas entre 16 y 65 años. La Ley Orgánica General del Sistema Educativo (LOGSE) comenzó a aplicarse en el curso 1990-1991, así es que quienes fueron directamente afectados tienen hoy como mucho unos 23 o 24 años.
Podemos entrar ahora en matices: en el examen, los jóvenes puntúan mucho más alto que los mayores y están más cerca de la media aunque, ciertamente, la evolución española dista de ser la que nos gustaría por más que arranquemos de un punto de partida que no es ni mucho menos el de la mayoría de los países desarrollados.

Estamos en el furgón de cola, sí, pero la culpa no es de la LOGSE porque es incorrecto (o, más bien, una burda manipulación) hacer tabla rasa y comparar un periodo en el que solo una parte de la población estaba escolarizada (la gran mayoría de los examinados) con otra en la que lo estaba ya todo bicho viviente esto es, en la década de los noventa.
Con todo, lo que dice la OCDE no es la Biblia. La Ley Wert pone en peligro todas aquellas áreas de conocimiento no presentes en los rankings de la OCDE, entre ellas la Historia, la Filosofía, la Literatura, la Música, las Artes Plásticas o la Educación Física y conocimientos tan poco prácticos como pueden proporcionar la educación medioambiental, la ética ciudadana y bagatelas así. Es natural que el más nefasto ministro de la cosa, el Gobierno en el que milita y el coro mediático que les hacen la ola cada día consideren que los únicos indicadores que han de ser tenidos en cuenta son esos que se acomodan a los objetivos de un modo de entender la sociedad según el cual “…educación es el motor que promueve la competitividad de la economía y el nivel de prosperidad de un país” Lo dice ese arma de destrucción masiva que es la Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa (LOMCE)

O sea, que Harry Quebert es un antiguo o está equivocando a su pupilo. No son los mejores quienes son capaces de poner en pie el amor o quienes saben enfrentarse al dolor, la decepción, la dificultad; no quienes pueden enseñarnos a saber caer bien, sino quienes levantan construcciones admirables aunque, como pasa mucho por esta tierra nuestra, acabemos descubriendo que solo eran un capricho caro y un fiasco.

viernes, 4 de octubre de 2013

El deterioro de la calidad de la Democracia


La semana pasada se presentó en Londres un trabajo de análisis del que unos pocos medios de comunicación se hicieron eco: Democracy in Europe can no longer be taken for granted, editado por el Instituto Demos http://www.demos.co.uk/files/DEMOS_Backsliders_report_web_version.pdf?1380125822
Es verdaderamente interesante por cuanto una entidad independiente –hasta donde yo conozco, por primera vez- analiza la calidad de la democracia en la Unión Europea. En España, por cierto y para nuestro país, lo hace de manera asidua la Fundación Alternativas, una think tank cuyos trabajos enseguida (y con un apriorismo torpe) son descartados por algunos porque su dinámica de pensamiento es saludablemente de izquierdas.
El trabajo de Demos lo firman Jonathan Birdwell, Sebastien Feve,Chris Tryhorn y Natalia Vibla y es un encargo del grupo socialdemócrata del Parlamento Europeo.

Xenofobia, corrupción en las instituciones y ascenso de la derecha extrema, vendría a ser el resumen, según esta investigación, de los males que en creciente intensidad y extensión amenazan la democracia tal como la conocemos en los estados miembros de la Unión. Llama la atención, además, un detalle: no está clara la asociación directa entre crisis económica y deterioro de la democracia; más bien la involución vendría motivada por la falta de respuestas políticas frente al fenómeno de la globalización, anterior y acaso y precisamente, en el origen de la estafa-crisis.
Insisto, el trabajo de Demos es del mayor interés. Y no deberíamos los europeos echar en saco roto las advertencias que hace por cuanto se corresponden con amenazas reales: La Francia socialista y la expulsión sistermática de los gitanos; Hungría y Grecia y los grupos filonazis (no me gusta el prefijo neo, pues todo eso es más viejo que la tos) España y la corrupción, son exponentes de una perversión de valores que en Europa ya deberíamos haber hecho inimaginable.

Mientras escribo estas líneas me llega noticia de la última tragedia en la isla de Lampedusa: 110 muertos y 200 desaparecidos; gentes a las que nuestros problemas les deben de parecer pura filfa comparados con su insoportable vida. Europa mira hacia otro lado como pasmada, estúpida; se enroca en una tendencia hacia la renacionalización de los problemas derivados de la inmigración sin darse cuenta de que esto que al Papa le parece “una vergüenza” es también una carga de profundidad para los valores europeos y, en fin, para la democracia. La Comisión y el Parlamento, justo es decirlo, ya han advertido del riesgo, pero el Consejo, ese órgano de gobierno que con frecuencia parece el enemigo, se convierte en cómplice del desastre. El llanto impotente, desesperado, de la alcaldesa de Lampedusa frente a las cámaras de televisión es la imagen terrible de la política frente a la muerte; muerte y más muerte; injusticia sobre injusticia; aquí, en el Mediterráneo, en donde nació casi todo en lo que los europeos creemos: ojo, sí, también para holandeses, belgas, alemanes…
Así es que tal vez debería dejar aquí este artículo y guardar luto sin más.

Pero es que creo que nada está desconectado de nada. Es que creo que la actitud de los estados de la Unión y, con frecuencia, de la UE misma ante este problema no es ajena a otra amenaza grave para nuestro modo de vida. Una forma de estar sobre la capa de la tierra que algunos están destruyendo como si fuera algo gratuito e imposible; como si no hubiera costado un esfuerzo titánico, muchos sacrificios y hasta mucha sangre; como si a la gente corriente nos hubieran regalado algo; como si la brecha entre ricos y pobres, aquí en la culta y solidaria Europa, no fuera cada vez mayor; como si eso que los neoliberales llaman sostenibilidad del sistema que, por cierto, excluye de forma suicida a los inmigrantes mientras envejecemos a pasos agigantados, no se basara en una repugnante mentira.
¿Y si en lugar de hablar de “democracia” en sentido general, hablamos de “democracia representativa”? ¿Cuáles son entonces las amenazas? Las mismas, desde luego, pero hay otras y, a mi juicio, no son menores y, reitero, no son ajenas a lo que hasta aquí he dicho.

Por supuesto que si se deslegitima el veredicto de las urnas se estará atacando a la democracia que se basa en la representación de los ciudadanos. Pero ¿no es un anacronismo hoy, con todas las herramientas de comunicación y participación disponibles, dejar el gobierno de la sociedad al mero juego de las mayorías políticas durante cuatro largos años? ¿No estaremos pervirtiendo desde dentro el sistema con el empecinamiento en que una mayoría absoluta habilita para gobernar casi exclusivamente a base de decretos leyes, esto es, ignorando de facto al Parlamento? ¿No será profundamente estúpido, injusto y hasta peligroso gobernar contra todo el mundo alegando que los que callan lo hacen porque sin duda otorgan? ¿No estaremos dejando de ser ciudadanos, esto es, sujetos de derechos y deberes, esos que se conculcan en nombre de intereses que ni comprendemos ni controlamos?
A mí nadie me pregunta si debe detenerse la expulsión en Francia de los gitanos, si ha de evitarse a toda costa la presencia en las instituciones democráticas de grupos de extrema derecha o si la corrupción debe ser imprescriptible a efectos judiciales. Pero tampoco qué siento ante la desgracia de Lampedusa o la dantesca visión de la gente saltando la valla en la frontera europea en Melilla. ¿Le preguntan a usted?

Es que, además, me insultan –y a usted también- asegurando que si no salgo a la calle tras una pancarta es porque reitero tácitamente mi voluntad global expresada en unas elecciones; y hasta se apropian de una voluntad que acaso nunca les fue favorable solo porque no coreo consignas en una manifestación.
Votamos, sí. En  cada país y en Europa. Pero no es suficiente. Ya no.

domingo, 29 de septiembre de 2013

Gobiernos de bomberos, no de pirómanos

A poco que uno se moleste en buscar información y se acerque al problema sin apriorismos, concluirá que el cambio climático como consecuencia del calentamiento global provocado por la actividad humana es un hecho, y que los negacionistas lo son por interés de algún tipo, por ingenuidad o por una desmedida fe en la Providencia que –aseguran- hagamos lo que hagamos, proveerá como siempre ha hecho. Es irrelevante en realidad, también hay quien va por ahí negando el Holocausto o que Elvis está muerto y bien muerto; como dicen que decía el torero Guerrita: “Hay gente pa tó”

Pero hablemos de cosas serias: a finales de la pasada semana tuvo lugar en Estocolmo una reunión del denominado Grupo Intergubernamental del Cambio Climático (IPCC: http://www.ipcc.ch/home_languages_main_spanish.shtml#.UkhJ30mbsok)
creado por Naciones Unidas en 1988 y que en 2007 recibió el Premio Nobel de la Paz. En ese encuentro se avanzaron las principales conclusiones de su último informe. La más descorazonadora: que con ocasión de la crisis económica, la lucha contra el calentamiento ha dejado de ser prioridad para los gobiernos del mundo, especialmente los de los llamados países desarrollados. 

Hay otras conclusiones, claro, pero es como si, entretenidos en quitarnos los piojos del cuero cabelludo no prestáramos atención a la herida que nos desangra y amenaza con acabar con nosotros como especie.
Por ejemplo: ya hay efectos con los que conviviremos al menos 1.000 años: dependiendo del escenario, entre el 15 y el 40 por ciento (amplio margen de error en la estimación, como se aprecia) del CO2 emitido puede quedarse ya en la atmósfera; mucho, en todo caso. Según las previsiones del IPCC, el nivel del mar podría subir entre 26 y 82 centímetros y la temperatura aumentar hasta 4,8 grados a finales de siglo.

Les ahorraré el relato de lo que esos cambios implican para la vida en la tierra; se los imaginarán fácilmente: es catastrófico como pueden deducir de la siguiente frase incluida en el informe: “Las emisiones a los niveles actuales o superiores alterarán todos los componentes del ciclo climático, alguno de ellos de manera que no se ha visto en los últimos cientos o miles de años. Ese efecto durará cientos de años”

“Todavía –dice también el informe- podemos prevenir los peores efectos del cambio climático y dejar a nuestros hijos y sus hijos un planeta decente. Pero necesitamos gobiernos que actúen como bomberos y no como pirómanos”
Solo que eso lo llevo oyendo desde que tengo uso de razón. Desde que padecemos el criminal fraude que algunos llaman crisis, también vengo escuchando, por ejemplo, que la apuesta por las energías renovables que nuestro país hizo en su momento no fue más que un capricho caro e inútil; así es que este Gobierno de nuestras miserias ha decidido hacer tabla rasa y apostar de nuevo por los combustibles fósiles: al fin y al cabo si en España la temperatura media ha subido en torno a un grado y medio en las últimas tres décadas, muy por encima de la media europea (0,9 grados) y aún más de la mundial (0,8); si en tres décadas han disminuido de forma notable las precipitaciones y la década 2000-2010 registra los valores más bajos desde 1950; si la temperatura media del agua en el Cantábrico sube entre 0,25 y 0,35 grados por década y el nivel del mar en el norte aumenta entre dos y tres milímetros por año, y el Mediterráneo crece entre 2,4 y 8,7 milímetros por año, etc, es porque la Providencia, siempre inescrutable, así lo ha decidido y, tarde o temprano -ya digo- proveerá; vamos que si el mosquito tigre –ese monstruo del que antes no habíamos oído hablar- te pone la cara como una berenjena, pelillos a la mar que ya pasará.

Es un lugar común establecer que la humanidad dispone de una década para tomar medidas que eviten la irreversibilidad de algunos fenómenos provocados por el calentamiento global.
Poco tiempo parece. Sobre todo cuando uno encuentra cada día ejemplos de que los pirómanos hacen justamente lo contrario de lo que debieran: en el Ártico el deshielo que se está produciendo con una aceleración desconocida hasta ahora (la superficie helada se ha reducido en un 18 por ciento desde 2007 a 2012, según la Organización Meteorológica Mundial) tiene tan contentos a quienes ven en la desaparición del hielo la apertura de una nueva vía comercial marítima mucho más corta y rentable que la habitual ruta del Índico: eso es ver la botella medio llena...de ácido sulfúrico. Y ni les cuento los movimientos de países como Rusia, Canadá, Estados Unidos, Rusia, Islandia, Suecia, Noruega y Finlandia que huelen el petróleo bajo la banquisa.

¿Tendremos arreglo?

sábado, 21 de septiembre de 2013

Objetivos del milenio: algo es algo


El próximo día 25 de este mes de septiembre, la Asamblea General de Naciones Unidas va a celebrar una sesión en la que los gobiernos del mundo verán qué se puede hacer para lograr el cumplimiento de los buenos propósitos de los llamados Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM). Ya les digo yo lo que se puede hacer con los mimbres que hay: casi nada.
Pero se puede inventar una cosa que se llame Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) a fin de reeditar los ODM y autoconcedernos un nuevo plazo, por ejemplo hasta 2030. Pues ya les digo yo que eso es lo que van a hacer nuestros provectos gobernantes.

A mí se me ocurre que, como imagen de fondo para todo esto, podríamos utilizar el video (http://www.youtube.com/watch?v=9QbMv9OSivk&feature=player_embedded)
del asalto a la valla fronteriza de Melilla de hace unos días.

Pero, dejémonos de sarcasmos.
La Asamblea General de las Naciones Unidas aprobó el 8 de septiembre de 2000, los ODM que constituyen, hasta la fecha, un compromiso sin precedentes cuyo horizonte se situó en el año 2015. Esta Declaración establecía ocho objetivos, con metas y plazos definidos para poder medir la evolución y el progreso hacia su cumplimiento. Eran estos: erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer; reducir la mortalidad de los niños menores de 5 años; mejorar la salud materna; combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; fomentar una alianza global para el desarrollo.

En esos Objetivos de Desarrollo del Milenio, tanto los países ricos como los pobres reconocían expresamente y por primera vez -que cosas- que poner fin a la pobreza y a sus causas fundamentales es responsabilidad de todos. No consta que en la letra pequeña pudiera leerse: “…sí, pero de unos más que de otros”
Como resulta obvio hasta para el observador menos avisado, los objetivos, a menos de dos años vista del final del plazo establecido, no se han cumplido. Pero se dirá (con razón, supongo) que empresas tan inmensas deben ser valoradas más bien por su grado de cumplimiento. Veamos:

Si hemos de hacer caso a la ONU misma, valga el resumen que sigue (necesariamente de alcance) del INFORME ODM 2013 que fue presentado oficialmente en julio pasado (http://www.un.org/es/millenniumgoals/pdf/mdg-report-2013-spanish.pdf):
En general, Naciones Unidas reconoce grandes avances en los Objetivos de Desarrollo del Milenio y la posibilidad cierta de alcanzar algunas metas más antes de 2015. Por ejemplo:
Se han hecho grandes progresos –dice la ONU- en el ámbito de la salud. Entre 2000 y 2010, la tasa de mortalidad por la malaria descendió en más de un 25 por ciento, y se estima que se evitaron más de un millón de muertes. Según las previsiones, y en relación a los niveles registrados en 1990, la tasa de muertes por tuberculosis -tanto a nivel mundial como en varias regiones de planeta en donde hay una prevalencia significativa-, se podría reducir a la mitad para 2015. El informe indica que, si bien las nuevas infecciones por el VIH están disminuyendo, unos 34 millones de personas vivían con él en 2011 y a finales de ese año, 8 millones de personas estaban recibiendo tratamiento antirretroviral en las regiones en desarrollo. La ONU siempre es optimista: si se mantiene la tendencia, antes de 2015 se alcanzará el acceso universal al tratamiento con medicamentos antirretrovirales.

El porcentaje de personas desnutridas en el mundo descendió del 23 por ciento entre 1990 y 1992 al 15 por ciento entre 2010 y 2012.
De 1990 a 2011, 1.900 millones de personas lograron tener acceso a una letrina o un inodoro;  la cruz es que todavía hoy 2.500 millones de personas, un tercio de la población mundial, no tienen acceso a un sistema básico de saneamiento.

En todo el mundo, la tasa de mortalidad de los niños menores de 5 años se redujo un 41 por ciento desde 2000 hasta hoy. De 87 muertes por cada 1.000 nacidos vivos en 1990 se pasó a 51 en 2011. Negro apunte, sin embargo: la mortalidad infantil se concentra cada vez más en las regiones más pobres y en el primer mes de vida.
Entre 2000 y 2011, el número de niños sin escolarizar descendió a casi la mitad, de 102 millones a 57 millones. A casi la mitad, he escrito por si no se habían dado cuenta.

En el Informe también se indica que la base de recursos del planeta está sufriendo un grave deterioro, y continúa la pérdida de bosques, especies animales y poblaciones de peces, en un mundo que ya padece los efectos del cambio climático.
Hasta aquí, como dije, un resumen muy abreviado de la evaluación de Naciones Unidas. Desde luego que se han conseguido avances notables; no reconocerlo sería muy injusto e inexacto. Sin embargo, la propia ONU advierte de lo que parece ser el signo de los tiempos: el avance hacia los ocho Objetivos de Desarrollo del Milenio ha sido poco uniforme, no solo entre las regiones y los países, sino también entre grupos de población y en el seno de éstos. Las personas que viven en la pobreza o en las zonas rurales siguen estando injustamente en desventaja. Algún ejemplo: en 2011, solo el 53% de los nacimientos registrados en zonas rurales estuvieron atendidos por personal médico cualificado, frente al 84% en las zonas urbanas. El 83% de la población sin acceso a mejores fuentes de agua potable vive en comunidades de las zonas rurales. Nótese que uso el proverbial amable lenguaje de Naciones Unidas para referirme a la brecha, la puta brecha.

Y además, el logro de los Objetivos se ve afectado –asegura el Informe- por el descenso generalizado de los fondos destinados a la ayuda al desarrollo, hecho que afecta con mayor fuerza, como cabría esperar, a los países más pobres. En 2012, el desembolso neto de ayuda de los países desarrollados a los países en desarrollo fue de 126.000 millones de dólares. Esta cifra representa una disminución del 4 por ciento respecto de la de 2011, continuando la tendencia a la baja que venía ya de años anteriores.
Jeffry D. Sachs, asesor especial del Secretario General de las Naciones Unidas Ban Ki-Moon sobre los Objetivos de Desarrollo del Milenio, escribía a principios de este mes un artículo en el diario El País (Los nuevos objetivos de desarrollo global, El País, 1 de septiembre de 2013) en el que destacaba el extraordinario avance que supone haber reducido la tasa de pobreza en África subsahariana del 58 al 48,5 por ciento entre 2000 y 2010 (repárese en el porcentaje -la mitad más o menos- y en que se refiere a toda una década, y léase la botella medio llena mayormente para tener la perspectiva completa). Pero Sachs, como la ONU, es un optimista empedernido, además –por si no lo sabían y para situar correctamente al personaje- de ser el padre de la llamada teoría del choque económico, paradigma del neoliberalismo.

Veremos si el día 25 los gobernantes del mundo pudiente deciden rascarse de verdad el bolsillo y los de los países pobres hacen examen de conciencia y propósito de la enmienda (me refiero a sus corruptelas y otras miserias) a fin de dar otro empujón en esto de hacer de la tierra un mundo mejor. Me da que no, para qué les voy a decir otra cosa. Aunque, tal vez, si el voluntarioso Sachs les pone el video del salto a la valla fronteriza de Melilla entre sesión y sesión, se lo piensen un poco más.

martes, 17 de septiembre de 2013

Toro de la Vega: no denunciar es torturar


¿Cuánta gente asiste cada año a la tortura de un toro bravo en Tordesillas?
Que sean muchos o pocos es por completo irrelevante. Como lo es que se trata de una tradición tan sangrienta como ancestral.

Ocurre que las heridas que se infringen al animal son reales, es decir, sangran y son laceraciones que duelen de un modo espantoso. Solo los imbéciles pueden sostener que en un organismo dotado de sistema nervioso no padece por tales agresiones.
Repaso los videos (http://www.youtube.com/watch?v=TKXS1pswEks)
de la salvajada de este año y siento una profunda tristeza por los comentarios de quienes se muestran a favor de esta barbaridad, los gritos de quienes jalean ufanos al pobre cretino que enarbola la victoriosa pica, las pedradas de los cafres a quienes tienen la valentía de oponerse (en toda esta farsa sangrienta, solo ellos son los valientes) y los argumentos de quienes tratan de justificar lo que sucede en este pueblo castellano cada año vomitando la palabra cultura por su putrefacto agujero de decir palabras.

Pero lo peor de todo es la gentuza que aprovecha una tribuna pública para defender el ensañamiento y asesinato del animal como la tal Mariló Montero, que gana dinero de todos en TVE por decir cosas como que lo de Tordesillas es “una fiesta maravillosa”.
Son abominables quienes, de natural chillones en las muchas tertulias, cierran el pico ante algo así quizás (y solo quizás) avergonzados, pero incapaces de condenar algo que pertenece a la ideología de la misma mierda que habitualmente defienden.

Y son culpables, los políticos que no levantan la voz ante esta atrocidad, la consienten o se muestran tibios o comprensivos confundiendo la tolerancia con la complicidad, los medios de comunicación que no editorializan sobre la miseria moral de un pueblo, los intelectuales equidistantes, los notables en general que no arriman el hombro para acabar con algo que avergüenza a cualquier persona decente.

sábado, 14 de septiembre de 2013

Ricos más ricos. Pobres: más y más pobres

La tasa de pobreza en España se sitúa en el 21,8 por ciento. Es una de las más elevadas de la Unión Europea. Es creciente la división entre los que tienen y los que no tienen. Más allá de la insoportable tasa de paro, hay trabajadores que tienen empleo pero están por debajo del umbral de la pobreza.
Las frases que anteceden podrían ser cada una de ellas un titular de prensa. Encadenadas nos dan una idea de una realidad que aún no ha dado la cara de manera especialmente llamativa, pero que más pronto que tarde aflorará veremos en forma de qué. Son, por lo demás, afirmaciones que resultan de numerosas pesquisas que entidades como Caritas o Foessa, por citar solo estas dos tan caracterizadas, tan poco sospechosas de nada, convierten en advertencias.
Es posible que, como anuncian los heraldos de todo a cien en esta gobernanza de pacotilla, hayamos tocado fondo y ahora solo nos espere un futuro grandioso. Me recuerdan en todo caso a esa técnica conocida como el barbecho que, como saben, consiste en quemar el campo a fin de que rebrote con nuevo ímpetu. Hacemos –parecen discurrir- tabla rasa de la parroquia y su hacienda y a empezar de nuevo con la vista puesta en un horizonte que llamaremos sostenible.
Dejando a un lado tanto necio con trompetilla de pregonero, lo que nos está dejando este fraude espantoso que llaman crisis y para el que, además de fraude, se me ocurren muchos otros nombres ninguno noble, es que la brecha que separa a las personas que se han ido empobreciendo de las que tienen más posibilidades de acceso a bienes y servicios resulta hoy ya alarmante. Según datos del último (primavera de este año) Informe Foessa (un clásico ya) los ingresos medios de las personas más ricas de España son siete veces superiores al nivel medio de ingresos de quienes tienen menos rentas. Y desde el comienzo de la crisis, esta diferencia se ha incrementado en un 30 por ciento. Sí, lo han leído bien: en apenas seis años un 30 por ciento.
No quiero aburrirles con datos, pero basten algunos que abundan en lo que estoy diciendo: La primera comunidad en la más ha subido la miseria es Canarias (21 por ciento), seguida muy de cerca por la Comunidad Valenciana (18 por ciento). Por detrás se sitúan Andalucía (16), Aragón (13) y Cataluña (7), todo ello según el documento elaborado por los catedráticos de Análisis Económico Carmen Herrero (Universidad de Alicante) y Antonio Villar (Universidad Pablo de Olavide de Sevilla). Tanto en el caso de los desgraciados canarios como los privilegiados catalanes, los datos son como para llorar…o cabrearse mucho, pero mucho.
Con todo, eso no es lo más grave y peligroso. Ocurre que junto a ese incremento de la desigualdad (¿no resulta obvio que crisis, sólo la hay para una parte de la sociedad?) y como en un cóctel letal, se está produciendo una disminución de los recursos de protección pública, especialmente en lo que respecta a la facultad redistributiva del Estado y en lo que hace a la capacidad asistencial. Así es que el resultado a corto plazo no puede ser otro que la expulsión hacia la marginalidad de los más débiles y la seguridad de que aquellas personas, familias enteras (el número de hogares en riesgo se ha multiplicado por 6 de 2007 hasta hoy) que caigan en la exclusión, no tendrán posibilidad de salir de ella. Es decir, el efecto destructor de las políticas de recortes y de adelgazamiento del estado tal como se están aplicando, puede tener un efecto crónico en la sociedad española.

sábado, 7 de septiembre de 2013

Los jóvenes

“Los jóvenes tienen claro que ha habido una generación tapón que les ha impedido el paso. Es la generación de los padres oscuros, inoperantes e irresponsables que solo saben mirarse el ombligo” Toma castaña. Con ese parrafito arrancaba el artículo que a principios del pasado mes de agosto publicó Jesús Ferrero:  La Era de Saturno http://elpais.com/elpais/2013/07/16/opinion/1373982849_720664.html

Ferrero, que como los tapones, se está haciendo mayor, conserva sin embargo esa capacidad de provocar que tiene hasta en el sombrero que oculta su noble calva muy anterior a las modas. Maticemos, sin embargo, enseguida con sus propias palabras: “Europa, la cultura que lleva tras ella siglos de humanismo, ha decidido, a través de sus grandes familias y sus corporaciones más homicidas, aniquilar en primer lugar a la clase media (garante de la democracia y la libertad salvo cuando la desesperación la tuerce), y en segundo lugar a sus jóvenes”
Así es que usted o yo, o nuestros deudos, o la gente de nuestra quinta, o él mismo, no debemos sentirnos acusados por Ferrero directamente y poco menos que de genocidio; ni siquiera intelectualmente. Nuestro buen escribidor, tira por elevación: es “Europa” la culpable.

Les recomiendo que lean el artículo al que aludo completo. El punto de vista (o, más bien, el modo de exponerlo) es muy interesante y, como casi siempre ocurre con este autor, una bella pieza literaria.
Disculpen que no precise algunas citas; a veces apunto cometarios y no tengo la precaución de apuntar la procedencia: 

Joaquín Estefanía, cree que ya hay una generación de jóvenes que no ha conocido más que “creciente desigualdad, movilidad social descendente (en el estatus quiere decir) y, sobre todo, una profunda contradicción entre democracia y capitalismo” Y además, dice Estefanía, todo esto les ha ocurrido por sorpresa.
El controvertido analista (sea lo que sea analista, como diría Millás) Jeffrey Sachs, opina que  el capitalismo global es “una gigantesca fuerza implacablemente productiva… que divide de forma despiadada a la sociedad en función del poder, el nivel de estudios, y los ingresos y el patrimonio; los ricos son cada vez más ricos y tienen más poder político, mientras se deja atrás a los pobres, sin empleos decentes, sin seguridad, sin una red que asegure los ingresos o sin una voz política” Entre los pobres, evidentemente, están los jóvenes.

El anciano sociólogo francés Alain Touraine defiende que la crisis ha sido provocada por “aquellos que, persiguiendo su exclusivo beneficio a corto plazo, hicieron de las finanzas un coto opaco sin relación con la economía real” y que el comportamiento de los muy ricos “ha desempeñado el papel principal en la disgregación de toda posibilidad de intervención del Estado o de los asalariados en el funcionamiento de la economía”.
Hace tres o cuatro generaciones, estas cosas o parecidas se resolvían a tortas. Hoy eso no está previsto, por lo menos en Europa. Qué cosas, igual el descreimiento de la política (la desafección, dicen los que saben) es lo que, precisamente, nos pone a salvo de que esto no acabe como el rosario de la aurora. Eso, o que la gente que peor lo pasa (los jóvenes por ejemplo) tiene, empero, mucho que perder aún si saca las patas por alto.

Pero crece la desesperanza y la conciencia de que el modelo de la democracia representativa, la organización convencional a base de partidos políticos tradicionales, ya no funciona. No es nada riguroso lo que voy a decir, pero a mí me llama poderosamente la atención cómo las cosas que dicen y cómo las dicen la mayor parte de nuestros políticos, a menudo están muy alejadas de los anhelos de quienes viven con los sonidos reales del mundo, la vida como es en realidad. Algún pequeño ejemplo: escuchar a estas alturas de la película que un joven político del Partido Popular pide primarias y listas abiertas, y que eso haya quien lo aprecia casi como revolucionario, hace que se me abran las carnes. ¿Qué sentido tiene que la nueva presidenta de Andalucía –una persona también joven- diga adquirir un compromiso genérico en la lucha contra la corrupción? ¿A quién le importa semejante declaración con la que está cayendo? Y así hasta la náusea: palabras gastadas, ideas viejas.
Alguien recordaba estos días un viejo proverbio judío: “Cuando te enfrentes a dos alternativas, elige la tercera”. No se trata de sustituir la gerontocracia de Europa de manera radical. Aunque se pudiera. A mi juicio, necesitamos, desde luego (y rápido), un significativo desplazamiento intergeneracional del poder, pero necesitamos que los jóvenes y los menos jóvenes trabajemos juntos, de una manera nueva. Veamos la botella medio llena: la generación a la que se refiere Estefanía y la que le sigue van a crecer en la austeridad y son nativos digitales: no es mala escuela.

Ferrero se pregunta “¿Están los jóvenes ante una generación de padres saturninos y devoradores de hijos?” Porque -sigue nuestro escritor- son conscientes –los jóvenes- de que “ha habido una generación tapón que tanto en la política, como en las finanzas y la cultura les ha impedido sistemáticamente el paso…” “Es evidente que tanto los que engañaron y mandaron como los que se dejaron engañar y obedecieron tienen su responsabilidad: la famosa complicidad entre la víctima y el verdugo. Y es que esa generación bífida, desde hace tiempo en el poder, es la que creó la burbuja inmobiliaria y el sistema de hipotecas, en la que unos estafaron y otros se dejaron estafar; la que creó la televisión basura y muchas otras basuras; la que ha querido prolongar su adolescencia hasta los cincuenta años”
Ya digo, la escritura de Ferrero es muy hermosa y al menos a mí me hace darle vueltas a la cabeza, lo cual no es poca cosa ¿no es esa la labor del intelectual? Pero el problema es que en esa complicidad de la víctima y el verdugo de la que él habla con la libertad que otorga el lenguaje poético, la relación no es igualitaria: es el verdugo el que empuña el espadón…y a la víctima le cumple negociar la paz…o arrebatarle el arma. Desde que el mundo es mundo.

En realidad ¿importa mucho si Ferrero tiene razón o no? ¿Es que no perece siempre lo viejo ante el empuje de lo nuevo? ¿Es que no hicimos exactamente eso la gente de mi generación? ¿No aprendemos?  Por lo que a mí respecta, me rindo con armas y bagajes y se los entrego gustoso por si les sirven: que tomen el mando y que lo hagan ya. Sin duda lo harán mejor…o nada habrá tenido sentido.

domingo, 1 de septiembre de 2013

Periodistas


Leo en Faceboock un  comentario del periodista Eduardo Sotillos a propósito del artículo con el que Javier Marías vuelve a ocupar la última página del Semanal del diario El País después de las vacaciones, Los Despertares: “A veces es mejor conformarse con ser un buen lector” Me parece una actitud más que razonable a la hora de encarar el nuevo curso. Como él, yo también tomaré prestadas las palabras de Marías, infinitamente más certeras que las mías: “Al término de las vacaciones se habla siempre de lo arduo que resulta volver al trabajo, abandonar la burbuja de relativos descanso y ocio en que nos hemos instalado. Ese tiempo parece irreal en seguida, un espejismo que se desvanece pronto ante la aplastante realidad de la rutina, once meses ocupados. No creo que ya sea así. El que conserva el trabajo celebra retornar a él, comprobar que en su ausencia no se lo han quitado o no han suprimido su tarea, o que no se ha producido en su empresa un despido masivo. El que ya lo había perdido desearía encontrar por fin uno, sentirse útil, no depender de la familia, traer dinero a casa. Lo que hoy nos deprime a la vuelta es más bien el reencuentro con los facinerosos a los que en mala hora votamos” (http://elpais.com/elpais/2013/08/30/eps/1377874106_585300.html) 
Así es que a no tardar (tema no ha de faltar) volveremos por donde solíamos. Pero antes y aunque yo no soy nada aficionado a hablar de nuestras cosas, las de los periodistas, persuadido como estoy de que si resultamos notorios a título personal, siempre y a la larga es en perjuicio de la misión que nos cumple, dejen que lo haga en las líneas que siguen; es solo para abrir boca por así decir.
Lo que me mueve es el alcance que me parece tiene el comentario de Sotillos (mucho más, ya digo, que un mero ejercicio de humildad) pero también otro texto que termino de leer hace unos minutos, esta vez de Manuel Vicent, el fallecimiento estos días de un periodista al que no conocí pero que bien podría ser la imagen característica de un tiempo que ya declina: Manuel Martín Ferrán. Y una circunstancia más particular a la que enseguida me referiré.
El artículo de Vicent se titula Políticos, periodistas y el carro de la basura (http://cultura.elpais.com/cultura/2013/08/31/actualidad/1377963897_149214.html) Y termina así: “2013. Ciertamente aquella primera Transición sin ruptura, conducida por UCD y PSOE, que Carrillo sostuvo sobre sus anchas espaldas, fue lo más parecido a una tienda de todo a cien. La forma precaria de sacar la carreta de la charca franquista produjo luego mucho desencanto, pero semejante frustración no es nada si se compara con el desprecio que la mayoría de los ciudadanos siente hoy en general hacia la política y el periodismo. Puede que aquellos políticos y periodistas, cuya imagen ha edulcorado el tiempo no fueran nada del otro mundo, pero ninguno se comportó como un canalla, una afirmación que no se sostiene ahora. La monarquía, entonces respetada, está hoy a las patas del caballo, el Congreso de los Diputados, que albergó el nacimiento de la libertad, debe ser protegido por guardias acorazados ante el cerco de jóvenes indignados y la hidra de la corrupción con sus siete cabezas ha comenzado a pudrir de raíz a las instituciones hasta constituirse en la forma sustancial de la democracia. Los líderes de cada bando se navajean para defender su parcela y la mediocridad de pensamiento se ve acrecentada por la forma pedestre de expresarlo en la tribuna. Gran parte de la prensa dispersa en el gallinero de las tertulias comparte con la política el africanismo, que convierte al adversario en enemigo a merced de banderías y del odio personal. Salgan a ver el cortejo: es el carro de la basura cargado de políticos y periodistas que va hacia el vertedero”
De Martín Ferrán se dicen estos días muchas cosas y todas buenas. Naturalmente y por lo general, las dicen compañeros de su edad o un poco más jóvenes, es decir esos que vivieron en primera línea aquellos días de vino y rosas…también de plomo. Más allá de la elogiosa y unánime semblanza que casi siempre reciben quienes nos dejan para siempre, sin duda él tuvo muchos méritos y es natural reconocerlos. “Se van los mejores” dice el tópico. Pero lo son porque una vez se han ido, nos permiten leer la vida en la suya propia…y cometeremos graves errores si no lo hacemos.
Ayer noche, despedíamos las vacaciones en la terraza de un bar dos buenos amigos (Diego y Adolfo) y yo mismo. Los tres periodistas. Mis amigos pertenecieron a ese tiempo al que me acabo de referir y que es el mismo de Martín Ferrán o Sotillos; el mismo por cierto, de Marías o Vicent; el mismo que el mío. Sobre cómo cada cual gestiona su presente ni se me ocurriría comentar nada; allí estábamos, con un rioja, una clara y un doble de cerveza delante y, que yo notara, nada trascendente sucedía.
Unos pocos años arriba, unas pocas cicatrices abajo, los referentes de mis dos amigos son los mismos; algo distintos los míos, pero solo por una mera circunstancia de trayectoria profesional: ellos más en la brega del periodismo político, yo a menudo más en el técnico o en la comunicación empresarial. Pero es, sin duda, el mismo tiempo y el mismo país. Un tiempo que anoche se adornaba de estándares de jazz, algún bolero y algún blues puestos al día por dos músicos de poco más de treinta años, una magnífica paradoja, un guiño amable del presente al pasado y a la inversa. Un país que ha cambiado tanto que ni caemos en la cuenta de cuanto hemos cambiado nosotros con él.
No estoy seguro de que me entendieran mis amigos periodistas cuando dije que me gustaría volver por aquí dentro de tres o cuatro generaciones. Pero sí, sería bueno saber si por fin conseguimos ser el país que soñamos hace treinta años. Si toda aquella energía un poco caótica, inmensa, si aquella poderosa fe en nuestras posibilidades como sociedad, si aquella alegría de vivir una época que intuíamos decisiva, finalmente dio fruto. Si el desencanto, los trágalas ideológicos, la miseria moral e intelectual como inevitables excrecencias de la historia, merecieron la pena.
Pero nos hemos hecho mayores. Y eso no lo veremos.
Se dice que los periodistas no dejamos de serlo ni dormidos. Es así. Pero claro, me refiero a los periodistas, no a quienes hacen como decía aquel genial Groucho Marx: “señora, yo soy un hombre de principios, pero si no le gustan, tengo otros”, a esas gentes que leen la realidad desde sus convicciones y no a quienes las arman de acuerdo a cómo les trata la realidad.
Así es que sí, “A veces es mejor conformarse con ser un buen lector” Sobre todo cuando hay quien explica las cosas mejor que uno mismo.
Pero eso no es suficiente, como bien sabe Sotillos. En eso consiste ser periodista, en saber que no lo es; siempre, durante toda la vida. O tendrá razón Vicent y nos veremos en el vertedero.

sábado, 27 de julio de 2013

La vida sigue


Días después de la tragedia de Angrois, se va apagando poco a poco el eco de la solidaridad sin límites y de las historias periodísticas de todo tipo.
Y crece el desagradable griterío de las ratas que abandonan en tropel el barco de las responsabilidades y poco menos que nos exigen un mentiroso silencio: dicen respetar a las víctimas y se dedican a insultarlas por mor del interés nacional que es, a la postre y como tantas veces hemos visto, el de sus flácidos culos. Habrá minutos y minutos de silencio; habrá luto oficial hasta en la sopa; habrá un pobre desgraciado en la cárcel de su conciencia y en la otra, ninguna dimisión, ningún cese; habrá a cambio, algunos suculentos contratos resueltos y habrá olvido y desatención por mucho tiempo. Lo de siempre. A qué seguir; es recurrente y demasiado asqueroso.

Por paradójico o cruel que resulte decirlo, la vida sigue.
Cuando el estrépito de los hierros desbocados y el alarido de los cuerpos rotos se acallan, queda un  gran silencio en derredor. Alguien compartió en Faceboock horas después del desastre el Ave María de Schubert en la voz de María Callas: http://www.youtube.com/watch?v=l5cF5GGqVWo&feature=share Cuando la diva termina, se oye un silencio que suena distinto, muy distinto pero igual de triste y, como escribió otra persona anónima en la misma red social: “…y de golpe recuperamos el sentido de lo importante...."
Y ya poco nos afectan las conversaciones entre Bárcenas y Arenas conocidas también en estas horas; en esto, no hay mal que por bien no venga: nos ahorramos algunas náuseas.

Y leemos en las tripas de la prensa noticias que en otras circunstancias hubieran ocupado primeras páginas: por ejemplo, que el fondo de rescate de los bancos (FROB, es decir usted, yo y todos los contribuyentes como usted y como yo) da por perdidos 36.000 millones de los 52.000 millones que inyectaron el año pasado en Bankia, Novagalicia (NCG), Catalunya Banc, Banco de Valencia, Caja España Ceiss y BMN, unas cifras equivalentes a los recortes en Sanidad y en Educación. O que el Gobierno ha mandado para su manoseo en el Congreso una bomba de relojería destinada a la línea de flotación del modelo descentralizado de la Administración, a provocar el despido masivo de empleados públicos y poner una alfombra roja sobre el solar estéril a la privatización de los servicios públicos más cercanos al ciudadano: la Ley de Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local.

Ah, según las últimas cifras oficiales, hay menos gente en el paro. Algo es algo.
Lo dicho: la vida sigue.

miércoles, 17 de julio de 2013

Los jóvenes

El domingo 7 de julio, el escritor chileno Jorge Edward reflexionaba (algo confuso, me parece) a propósito de la intervención de los jóvenes en la política: “El voto de los jóvenes” http://elpais.com/elpais/2013/06/28/opinion/1372439144_485173.html

Por resumir rápidamente: Edward, que utiliza para sus cavilaciones los recientes ejemplos de las protestas en Turquía (un anhelo de modernidad) y Brasil (las exigencias de una clase media creciente y pujante) cree que la presencia de los jóvenes en la política es un enigma y un desafío y que harían bien los “políticos maduros” en combinar sabiamente la conveniencia de que las medidas a aplicar estén “dominadas por el sentido de lo posible” con la idea de que la imaginación es una necesidad.
Los ejemplos turco y brasileño (naturalmente también los de las distintas realidades que damos en agrupar algo artificiosamente bajo la denominación de Primavera Árabe) me parecen de lo más apropiado para referirse a un asunto que tiene múltiples perfiles.

En lo inmediato, no deja de ser un tanto sorprendente lo que sucede:
El islamismo de perfil moderado del gobierno de Erdogan y el partido que los sustenta, el AKP, representa en cierto sentido, la reacción frente a los ideales de una sociedad más abierta, así es que tiene sentido que en las manifestaciones se utilizara como emblema la fotografía de Atatürk, el fundador de la Turquía moderna hace ahora noventa años. La respuesta de Erdogan ha sido la represión y la intransigencia.

En Brasil, las manifestaciones tienen enfrente al Gobierno que se apoya en el Partido de los Trabajadores de Lula (siempre será de Lula), el de los presupuestos participativos; el de Porto Alegre; ese al que pertenece Dilma Roussef que no dudó en su momento en mandar a casa a nada menos que siete ministros sospechosos de corrupción de una tacada. Roussef se me antoja superada por los acontecimientos, como si pensara ¿cómo puede pasarme esto a mí?
Los ejemplos de Turquía y Brasil me interesan por razones distintas a las de Edwards (aunque tal vez no tan distintas):

Ciertamente que, en ambos casos, la mayoría de quienes han hecho visibles las protestas son jóvenes. Pero no provienen de la remota y pobre Anatolia ni han bajado al centro de Sao Paulo desde las favelas. Son los hijos –ya digo- de las clases medias: con aspiraciones europeas (me refiero al estilo de vida) o, según la terminología al uso, emergentes. Es decir, quieren lo que ven al alcance de la mano, y tienen prisa. Quieren, lo que en España y, más ampliamente en el sur de Europa, teníamos y estamos perdiendo a toda velocidad.
Esa mixtura entre “lo posible” y “la imaginación” a la que se refiere Edwards es el espacio político, cultural, vital, en el que se desarrollan esos anhelos de bienestar. Entre nosotros, el neoliberalismo que ha logrado copar prácticamente todos los resortes del poder, ha decidido que nuestras vidas han de estar sujetas a una determinada idea de la eficiencia tan falsa como socialmente destructiva; Y, quien la padece es, sobre todo y como no podía ser de otro modo, la clase media.

Aquella, la de Turquía o la de Brasil (o Chile, o Túnez…) es una realidad. Y esta de aquí, es otra. La novedad es que están conectadas, de tal suerte que los jóvenes de allá y de acá comparten el espíritu de todos esos movimientos en una especie de intercambio constante y fecundo. Las redes sociales y la movilidad hacen que sea así. Ciertamente siempre habrá quienes se acomoden a cualquier cosa, aunque suponga la propia aniquilación, quienes sigan prefiriendo esnifar pegamento aunque acabe matándoles.
Pero la involución que protagoniza el AKP o la perplejidad de los dirigentes del Partido de los Trabajadores son las expresiones extremas de la actitud del viejo mundo (¿acaso no son las mismas actitudes que vemos en Europa en la derecha y en la izquierda convencionales con distintos trajes?) ante algo que se me antoja imparable. Lo que no sé es cuándo ni cómo explotará… pero lo hará; así ha sido siempre a lo largo de la historia.