Lo que es notorio es que la máquina de pensar del PP tiene
un altavoz que maneja esa luminaria, ese ejemplo de comunicadores, ese
monumento al sentido común y el respeto a lo ajeno que es Hernando; Rafael, a no
confundir con el otro Hernando, menos gritón, más sonriente y, sobre todo, espejo
de coherencia y lealtad.
El PP discurre que la situación judicial y política de Rita
Barberá (DEP) resulta insostenible por cuanto traslada al PP referencias
indeseables, así es que la aparta del Partido aunque nada dice sobre su
condición de Senadora en el, más o menos, Grupo Mixto.
Correlato de lo anterior es que algunos dirigentes del PP consideren
que Barberá debe ir más allá y desaparecer de la escena política y otros muchos
procuran no acercarse demasiado no vaya a ser que salgan en la foto. No es nada
personal dicen si se les pregunta.
A la señora Barberá le da un infarto de miocardio que es la
más frecuente causa de muerte en nuestro país. Pero la máquina de pensar del PP
colige que lo que en realidad le ha dado es un infarto de periodista o una
letal angina de pecho de comunista.
Como ni los medios de comunicación ni los rojos (o así, en
general) están dispuestos a cargar con el San Benito, replican que tal vez,
solo tal vez, la mortal afección de la patata de Rita ha estado condicionada
por sentirse un poco abandonada, algo desautorizada y quizás, solo quizás,
negada por los suyos como si, esa mujer que lo fue todo, se hubiera convertido
en una apestada.
Pero la máquina de pensar reacciona veloz y su altavoz nos
revela lo que estaba meridianamente claro: que, en realidad, la apartaron del
PP para protegerla.
Y dado que, a pesar de todo, la maldad en forma de hiena es
implacable, los engranajes de la máquina echan humo para producir la reflexión
final: que ha de revisarse el acuerdo sobre corrupción política suscrito con
Ciudadanos y acaso es mejor no hacer nada porque igual se te muere alguien.
Lo que no explican es que todo este pensar tiene unas
excrecencias, unos residuos que la máquina elimina en forma de la culpa la
tiene el muerto. Como todo residuo se oculta, pues no se ve a la primera, pero
no tardará en aparecer en este juzgado, en aquella audiencia…como las bolsas de
plástico que tiramos al contenedor y acaban, quien sabe cómo, en el Pacífico
Norte.