sábado, 7 de septiembre de 2013

Los jóvenes

“Los jóvenes tienen claro que ha habido una generación tapón que les ha impedido el paso. Es la generación de los padres oscuros, inoperantes e irresponsables que solo saben mirarse el ombligo” Toma castaña. Con ese parrafito arrancaba el artículo que a principios del pasado mes de agosto publicó Jesús Ferrero:  La Era de Saturno http://elpais.com/elpais/2013/07/16/opinion/1373982849_720664.html

Ferrero, que como los tapones, se está haciendo mayor, conserva sin embargo esa capacidad de provocar que tiene hasta en el sombrero que oculta su noble calva muy anterior a las modas. Maticemos, sin embargo, enseguida con sus propias palabras: “Europa, la cultura que lleva tras ella siglos de humanismo, ha decidido, a través de sus grandes familias y sus corporaciones más homicidas, aniquilar en primer lugar a la clase media (garante de la democracia y la libertad salvo cuando la desesperación la tuerce), y en segundo lugar a sus jóvenes”
Así es que usted o yo, o nuestros deudos, o la gente de nuestra quinta, o él mismo, no debemos sentirnos acusados por Ferrero directamente y poco menos que de genocidio; ni siquiera intelectualmente. Nuestro buen escribidor, tira por elevación: es “Europa” la culpable.

Les recomiendo que lean el artículo al que aludo completo. El punto de vista (o, más bien, el modo de exponerlo) es muy interesante y, como casi siempre ocurre con este autor, una bella pieza literaria.
Disculpen que no precise algunas citas; a veces apunto cometarios y no tengo la precaución de apuntar la procedencia: 

Joaquín Estefanía, cree que ya hay una generación de jóvenes que no ha conocido más que “creciente desigualdad, movilidad social descendente (en el estatus quiere decir) y, sobre todo, una profunda contradicción entre democracia y capitalismo” Y además, dice Estefanía, todo esto les ha ocurrido por sorpresa.
El controvertido analista (sea lo que sea analista, como diría Millás) Jeffrey Sachs, opina que  el capitalismo global es “una gigantesca fuerza implacablemente productiva… que divide de forma despiadada a la sociedad en función del poder, el nivel de estudios, y los ingresos y el patrimonio; los ricos son cada vez más ricos y tienen más poder político, mientras se deja atrás a los pobres, sin empleos decentes, sin seguridad, sin una red que asegure los ingresos o sin una voz política” Entre los pobres, evidentemente, están los jóvenes.

El anciano sociólogo francés Alain Touraine defiende que la crisis ha sido provocada por “aquellos que, persiguiendo su exclusivo beneficio a corto plazo, hicieron de las finanzas un coto opaco sin relación con la economía real” y que el comportamiento de los muy ricos “ha desempeñado el papel principal en la disgregación de toda posibilidad de intervención del Estado o de los asalariados en el funcionamiento de la economía”.
Hace tres o cuatro generaciones, estas cosas o parecidas se resolvían a tortas. Hoy eso no está previsto, por lo menos en Europa. Qué cosas, igual el descreimiento de la política (la desafección, dicen los que saben) es lo que, precisamente, nos pone a salvo de que esto no acabe como el rosario de la aurora. Eso, o que la gente que peor lo pasa (los jóvenes por ejemplo) tiene, empero, mucho que perder aún si saca las patas por alto.

Pero crece la desesperanza y la conciencia de que el modelo de la democracia representativa, la organización convencional a base de partidos políticos tradicionales, ya no funciona. No es nada riguroso lo que voy a decir, pero a mí me llama poderosamente la atención cómo las cosas que dicen y cómo las dicen la mayor parte de nuestros políticos, a menudo están muy alejadas de los anhelos de quienes viven con los sonidos reales del mundo, la vida como es en realidad. Algún pequeño ejemplo: escuchar a estas alturas de la película que un joven político del Partido Popular pide primarias y listas abiertas, y que eso haya quien lo aprecia casi como revolucionario, hace que se me abran las carnes. ¿Qué sentido tiene que la nueva presidenta de Andalucía –una persona también joven- diga adquirir un compromiso genérico en la lucha contra la corrupción? ¿A quién le importa semejante declaración con la que está cayendo? Y así hasta la náusea: palabras gastadas, ideas viejas.
Alguien recordaba estos días un viejo proverbio judío: “Cuando te enfrentes a dos alternativas, elige la tercera”. No se trata de sustituir la gerontocracia de Europa de manera radical. Aunque se pudiera. A mi juicio, necesitamos, desde luego (y rápido), un significativo desplazamiento intergeneracional del poder, pero necesitamos que los jóvenes y los menos jóvenes trabajemos juntos, de una manera nueva. Veamos la botella medio llena: la generación a la que se refiere Estefanía y la que le sigue van a crecer en la austeridad y son nativos digitales: no es mala escuela.

Ferrero se pregunta “¿Están los jóvenes ante una generación de padres saturninos y devoradores de hijos?” Porque -sigue nuestro escritor- son conscientes –los jóvenes- de que “ha habido una generación tapón que tanto en la política, como en las finanzas y la cultura les ha impedido sistemáticamente el paso…” “Es evidente que tanto los que engañaron y mandaron como los que se dejaron engañar y obedecieron tienen su responsabilidad: la famosa complicidad entre la víctima y el verdugo. Y es que esa generación bífida, desde hace tiempo en el poder, es la que creó la burbuja inmobiliaria y el sistema de hipotecas, en la que unos estafaron y otros se dejaron estafar; la que creó la televisión basura y muchas otras basuras; la que ha querido prolongar su adolescencia hasta los cincuenta años”
Ya digo, la escritura de Ferrero es muy hermosa y al menos a mí me hace darle vueltas a la cabeza, lo cual no es poca cosa ¿no es esa la labor del intelectual? Pero el problema es que en esa complicidad de la víctima y el verdugo de la que él habla con la libertad que otorga el lenguaje poético, la relación no es igualitaria: es el verdugo el que empuña el espadón…y a la víctima le cumple negociar la paz…o arrebatarle el arma. Desde que el mundo es mundo.

En realidad ¿importa mucho si Ferrero tiene razón o no? ¿Es que no perece siempre lo viejo ante el empuje de lo nuevo? ¿Es que no hicimos exactamente eso la gente de mi generación? ¿No aprendemos?  Por lo que a mí respecta, me rindo con armas y bagajes y se los entrego gustoso por si les sirven: que tomen el mando y que lo hagan ya. Sin duda lo harán mejor…o nada habrá tenido sentido.