miércoles, 25 de marzo de 2020

La soberanía energética: otra forma de vivir es posible




La mayoría vivimos existencias parecidas: encendemos la luz al levantarnos, vamos en algún tipo de transporte a trabajar, a estudiar, a realizar actividades diversas que se nos ofrecen para llenar nuestro tiempo libre, consumimos bienes y servicios sin preguntarnos a cada segundo de donde salen y a costa de qué están a nuestra disposición. No es un juicio de valor porque a menudo bastante tenemos con nuestros dramas y alegrías personales, familiares, etc, pero lo hacemos en un mundo que, obviamente, no es como es de manera casual ni el resultado de la evolución natural. Si el acceso a la energía, a los alimentos, a la cultura es como lo conocemos, es porque es el resultado de una forma de entender y organizar nuestra presencia sobre la capa de la tierra, una forma que pocas veces decidimos la gente corriente. Hay otras maneras que duermen como meras formulaciones teóricas en las páginas de los libros, en informes sepultados en un cajón o en tesis doctorales que nadie lee, pero también están en los afanes de gentes que no se conforman y convierten en realidad un modo distinto de entender el mundo. Y hay de todo: grandes proyectos y realidades pequeñas; es una especie de revuelta silenciosa que tal vez pueda cambiar hábitos, actitudes, estilos, que quizás modifique poco a poco una realidad a todas luces injusta.

Esta es una crónica de alcance sobre todo eso. Tal vez, solo tal vez, cuando esta maldita crisis del corona virus que nos ha puesto frente al espejo pase, algunas de las ideas y de las realidades que en este trabajo se exponen nos resulten a todos de utilidad más allá de lo coyuntural. Con este duro golpe que no termina de pasar estamos aprendiendo muchas cosas en poco tiempo y a un alto precio; ojalá que no olvidemos estas enseñanzas porque la vida seguirá y de nosotros depende que cambie a mejor o, lo que es igual, a la medida de una humanidad, digna, decente, respetuosa con la vida misma.

Daniela Del Bene, junto a Juan Pablo Soler y Tatiana Roa, firman un breve artículo (“Soberanía energética” es el título) en la obra colectiva “Pluriverso” (Editorial Icaria 2019): Allí se dice lo siguiente “El concepto de soberanía energética se ha utilizado desde la década de 1990 en América Latina para cuestionar la privatización de los servicios básicos...y la corporativización -privatización- de las empresas estatales...también se ha convertido en una reacción ante el cambio climático y contra la industria de los combustibles fósiles. Por ejemplo, la soberanía energética fue incluida en las últimas Constituciones de Ecuador y Bolivia” Es de suponer que en ambos casos -como en Chile o Colombia- la enésima ola neoliberal con títeres como Lenin Moreno o Jeanine Áñez al mando acabarán por modificar las cartas magnas o desnaturalizarlas sin más.

En Europa -sigue el artículo mencionado- el problema se ha abordado en varias campañas que cuestionan el oligopolio de la energía y buscan crear nuevas empresas públicas (municipal como en el caso de Barcelona: el operador puesto en marcha por la alcaldesa Colau, Barcelona Energía, distribuye ya a 5.000 puntos municipales y más de 2.000 vecinos del área metropolitana) o en el marco de una transición general hacia las energías renovables (Alemania)...o para remunicipalizar los servicios y redes de energía urbana (algunos estados en USA, Hamburgo, Berlín, Londres, etc)...en consonancia con las propuestas ecofeministas, exige descolonizar tanto la estructura hegemónica del modelo energético como las estructuras mentales para entender la energía como tal”

Los autores ponen de manifiesto “...el gran potencial de la soberanía energética como proyecto político” Es, me parece, la síntesis de algo que combina la búsqueda de un nuevo paradigma: concebir la energía más como un bien común que como un bien económico. Pero estamos ante un concepto, el de la soberanía energética, muy omnicomprensivo porque alberga cuestiones de índole ideológico pero también asuntos prácticos, todo bajo el mismo paraguas conceptual.

La expresión “soberanía energética” está emparentada con la de “soberanía alimentaria” que es bandera de La Vía Campesina, un movimiento iniciado en Mons, Bélgica, en 1993 que interpela y acoge a millones de campesinos, agricultores pequeños y medianos, sin tierra, jóvenes y mujeres rurales, indígenas, migrantes y trabajadores agrícolas de todo el mundo. Las mujeres desempeñan un papel crucial en La Vía Campesina. El movimiento defiende sus derechos y la igualdad de género. Lucha contra todas las formas de violencia contra las mujeres. Los jóvenes agricultores juegan también un papel muy importante como una fuerza inspiradora en el movimiento. Cuenta con 181 organizaciones locales y nacionales en 81 países de África, Asia, Europa y América. La Vía lanzó su visión política de la soberanía alimentaria en la Cumbre Mundial sobre la Alimentación en 1996 y la definió como el derecho de los pueblos a alimentos nutritivos y culturalmente adecuados, producidos de forma sostenible y a decidir su propio sistema alimentario y productivo. Es el desarrollo de un modelo de producción sostenible a pequeña escala en beneficio de las comunidades y el medio ambiente, otorgando prioridad a la producción y al consumo local de alimentos y protegiendo a los productores locales de las importaciones baratas que distorsionan los mercados.


No es el objetivo de este reportaje hablar propiamente de la soberanía alimentaria Solo me interesa insistir aquí, en tiempos en que asistimos a un confuso -a menudo no sabe uno bien quién es quién- despertar de los agricultores españoles (los franceses, por ejemplo, llevan tiempo peleando duro y sus revueltas son sonadas de tanto en tanto) que el concepto “soberanía energética” obedece a los mismos principios de la “soberanía alimentaria”. Sirve pues esta mención de pasada para contextualizar. Y no quiero dejar pasar algo que ya ha aparecido y que está presente siempre en cuanto digamos sobre estos asuntos, como lo está en los proyectos mismos a los que más adelante me referiré: la perspectiva de género es cardinal.

Uno podría llegar a pensar que no hay solución, que nada puede plantar batalla al neoliberalismo, nada puede enfrentar con posibilidades de éxito el formidable poder de las corporaciones y las estructuras políticas que les sirven; uno llegaría a la conclusión de que, dado que por este camino vamos al desastre, el ser humano es una anomalía sin remedio en la naturaleza. Pero no, quizás nuestras armas están en lo pequeño; puede que no podamos o no debamos plantearnos la batalla en campo abierto, pero podemos cambiar algunas cosas en nuestro día a día, y eso, acaso acabe siendo una marea.


Daniela del Bene, coautora del libro que menciono al principio pertenece a la Xarxa per la sobirania energética (https://xse.cat/es/); esta organización reconoce su inspiración en la idea de soberanía alimentaria de La Vía Campesina desde que en 2014 definió la soberanía energética como “el derecho de los individuos conscientes, las comunidades y los pueblos a tomar sus propias decisiones respecto a la generación, distribución y consumo de energía, de modo que éstas sean apropiadas a las circunstancias ecológicas, sociales, económicas y culturales, siempre y cuando no afecten negativamente a terceros. Cada persona y cada pueblo tiene derecho a la cantidad y tipo de energía necesaria para sostenerse a sí mismo y a su grupo, y a los recursos necesarios para mantenerla, siempre y cuando no externalice impactos ambientales, sociales o económicos negativos, es decir, no genere anti cooperación. De la misma manera, mientras que desde la soberanía estatal se hablaría de independencia y seguridad energética para referirse a la utilización de una cantidad indeterminada de recursos que se consideran necesarios para mantener al máximo la economía doméstica (satisfaciendo todo tipo de consumos sin atender a su naturaleza), la soberanía energética es que todas las personas tengan derecho al acceso a las energías en condiciones dignas y en cantidad suficiente y equitativa. Mientras que desde la cultura de expertos se pretendería alfabetizar a la población para que entienda la energía (ente abstracto, homogéneo y especulable) por medio de una relación vertical jerárquica y unidireccional, desde la soberanía energética, en cambio, se plantea que la realidad es compleja, multidimensional y asimétrica, y debe comprender los enfoques de todos los agentes afectados”

Daniela pone la voz pero es el colectivo de la Xarxa -ella insiste en que así se diga- el que responde a mis preguntas:
Ustedes ponen de manifiesto “...el gran potencial de la soberanía energética como proyecto político” Es, me parece, la síntesis de algo que defiende la búsqueda de un nuevo paradigma: concebir la energía más como un bien común que como un bien económico. Pero estamos ante un concepto, el de la soberanía energética, (como el de la soberanía alimentaria) muy omnicomprensivo porque alberga, por ejemplo, el cuestionamiento de los oligopolios, cambiar estructuras mentales, cuestiones de índole ideológico pero también asuntos prácticos, todo bajo el mismo paraguas conceptual. 

¿No hay riesgo de que no se entienda bien al abarcar tantos campos y actitudes?
Yo creo que soberanía energética es una especie de ‘concepto-horizonte’, un marco donde quepan muchas acciones, desde acciones prácticas, hasta planteamientos más conceptuales. De hecho, no hay una definición exclusiva y comprensiva. En cada contexto, el concepto nace y se remodela según la agenda y la estrategia políticas de los movimientos que se organizan a su alrededor. El mismo concepto de “soberanía” no hay que entenderlo en su definición etimológica. No es la ‘soberanía’ que viene del griego etc etc, sino que se forja en las calles, que se moldea en las asambleas, que busca el camino en medio de las contradicciones que las luchas medioambientales a veces ponen en la mesa. No hay recetas únicas, no hay un solo modelo. Hay muchas posibilidades, y hay que entenderlas en sus respectivos contextos.
Por ejemplo, ¿cuando exigimos soberanía energética nos referimos a una soberanía como control de las fuentes energéticas por parte del gobierno o de algún organismo especifico del estado a nivel centralizado estatal, o a nivel comunitario, descentralizado, municipal, autonómico, etc? ¿Nos referimos a una conversión inmediata y total a fuentes renovables, o a un camino progresivo que contemple también fuentes no consideradas renovables?
Proyecto político dicen ustedes ¿Puede ampliar esta idea?
Nos oponemos vehementemente al intento de abordar el tema de la energía como un puro asunto técnico en las manos de un saber ‘ingenieristico’ y ‘tecnicista’ si se me permiten estas dos expresiones. La energía no es solo un tema de mega watios o de potencia instalada. La manera en que hoy en día nuestra sociedad gestiona las fuentes energéticas es el espejo de una visión y cultura política, centralizadora y centralizada, nacionalista en términos de control sobre las infraestructuras. Y también ‘colonial’, es decir que repite los patrones de despojo y de la creación de zonas de sacrificio para extraer recursos, controlar territorios y explotar a las personas.
Los proyectos populares de soberanía energética pretenden romper con este modelo, y a través de la construcción de otros proyectos de gestión de las fuentes energéticas transformar también la visión política de la sociedad. Aunque eso sea posible ¿qué sentido tendría conseguir una forma de gestionar la energía que sea buena, sostenible, democrática, etc cuándo las otras dimensiones de la vida siguen repitiendo patrones de explotación y desigualdad?
El lema usado comunmente entre movimientos sociales es “energía para quién y para qué”, a lo cual me gusta añadir el “por quién” y por supuesto ”qué energía”
Los proyectos populares de soberanía energética de hecho abordan tanto el tema de las fuentes energéticas, como toda la relación que el ser humano tiene con la energía, quién la usa, la gestiona y la comparte, para qué la usa y quién la controla y toma decisiones importantes sobre ella.
¿Puede explicar más en detalle la relación con el ‘ecofeminismo’?
Ese es un tema que desde la Xarxa llevamos trabajando desde hace unos años y saludamos a los muchos grupos que se reconocen en la reflexión de los ‘ecofeminismos’ en el Estado español y en el mundo. Hemos aprendido mucho juntas y nuestras convicciones son fruto de debates colectivos.
La primera relación clarísima que se puede destacar es la escasa presencia de mujeres en las instituciones y empresas que regulan y dominan el sector energético. Para citar unas cifras significativas: según un estudio del 2016, solo un 16 por ciento de los integrantes de los consejos de administración de las 200 empresas principales a nivel mundial de energía eran mujeres y solo un 5 por ciento ostentaba cargos ejecutivos importantes (Ernst & Young. Women in Power and Utilities. Index 2016). O, como destaca nuestra compañera de Cádiz, Alba del Campo, en España las mujeres nunca hasta hace pocos años habían tenido la cartera o secretaria de estado de Energía (ni en la República, ni durante el franquismo, ni tampoco en los 40 años posteriores (el puesto más alto alcanzado por una mujer en el gobierno, en materia energética, son las direcciones generales)
Alba del Campo: https://vientosur.info/IMG/pdf/13._empoderamiento_mujeres_y_soberani_a_en_la_necesaria_transicio_n_energe_tica.pdf
Pero las relaciones de la soberanía energética con los ‘ecofeminismos’ van mucho más allá de la presencia de mujeres en los órganos de poder. Reconocemos que no es solo un tema de distribución de poder entre hombres y mujeres, en esta visión binaria de la sociedad y del genero. Desde la Xarxa queremos primero impulsar un entendimiento inclusivo de nuestras sociedades, donde cada colectivo se sienta acogido. Luego, queremos defender que nuestro modelo de gestión de la energía reconozca y defienda los colectivos vulnerables, que son aquellos que el sistema capitalista da de lado porque no son productivos. Según cada contexto social, cultural y político, las mujeres son uno de los grupos más impactados por el actual modelo energético, pero también gente mayor, o pueblos indígenas, etc.
La energía no se debería entender como un bien económico, sino como un bien común, igual que el agua o el derecho a la vivienda, una base indispensable para los cuidados de nuestros cuerpos, hogares, medios de sustento y ambiente. En pocas palabras, indispensable para una vida digna y para su reproducción.
Desde una mirada de solidaridad y justicia global, que incluye la perspectiva Norte-Sur, la soberanía energética desafía las relaciones de desigualdad y de explotación de otros territorios y cuerpos. El extractivismo de materiales y fuentes energéticas y la imposición de mega proyectos, lleva a militarizar los lugares donde se implementan, a provocar migraciones forzadas, a la creación de alianzas entre élites que normalmente son integradas por hombres, ‘blancos’, urbanos; lleva a un incremento preocupante de la violencia sexual machista y de la prostitución forzada, incluso de menores. El extractivismo refuerza las estructuras patriarcales y muchas formas de violencia.
Finalmente en la Xarxa, queremos también destacar la relación de la soberanía energética con los feminismos comunitarios, en cuanto desafían estructuras de dominación y extractivas que se arraigan en el patriarcado y el colonialismo y reclaman territorios y cuerpos como lugares de vida y de reproducción de una existencia digna, lugares que en muchas culturas tienen valores sagrados. Desafiar las estructuras de poder y toma de decisión en relación a la energía toca el nervio de las estructuras de poder social en su conjunto, hasta llegar a las estructuras familiares y a la relación con el resto de los seres vivos. Aura Lolita Chávez Ixcaquil, feminista comunitaria maya y defensora del territorio en lo que hoy también se conoce como Guatemala, explica este concepto desde la cultura comunitaria maya, cuando dice que somos ‘cosmo-convivientes’, vivimos en y dependemos de la reciprocidad del ‘Cosmo -Ser’
¿ A qué se refieren exactamente con el término "descolonizar” en este ámbito?
Tiene mucho que ver con lo que acabo de comentar. Diría en primer lugar que se trata de no pensarnos como individuos independientes y autónomos, sino como interconectados e interdependientes. Podríamos pensarnos, de hecho, en los conceptos de las compañeras maya, como ‘cosmo-convivientes’ Se trata de cuestionar el control de las decisiones en relación a la energía por parte de un oligopolio de empresas y fondos de inversión, con escasa participación democrática ciudadana y los tratados comerciales internacionales que los avalan y los fomentan.
Muchas empresas siguen perpetuando injusticias beneficiándose de una impunidad criminal. Miramos por ejemplo las operaciones devastadoras en Nigeria de la multinacional anglo-holandésa Shell, o la italiana ENI, la francesa Total, o la minera brasileña Vale en sus crímenes en Mariana y Brumadinho, o los mega proyectos hidroeléctricos de Enel-Endesa. La lista de desmanes es muy larga. En la base de datos del EJAtlas.org hemos estado sistematizando información sobre más de 3.000 conflictos socio ambientales en el mundo y muchos de ellos tienen que ver con la generación y control de fuentes energéticas.
Este modelo energético sigue afirmando relaciones de poder coloniales pues considera algunos lugares del mundo como ‘sacrificables’ para su lucro, denegando dignidad a modos de vida autóctonos, quitándole sustento o directamente matando a defensores de derechos humanos y ambientales. Descolonizar pues remite a transformar la manera de pensar, desmantelar estructuras de poder y construir nuevos proyectos políticos que defiendan otras maneras de pensar y vivir una vida digna.
¿Cómo debe actuar la sociedad civil en la transición hacia un nuevo modelo basado en la SE?
Hay varias propuestas desde los movimientos sociales, profesionales del sector y instituciones. Los análisis que nos proporcionan tanto investigadoras como experiencias prácticas en el marco del decrecimiento son de gran relevancia y nos muestran que debemos reducir enormemente nuestros consumos pero también pensarlos de forma diferente. Reducir no es suficiente. Hay que reformular, compartir más, reconfigurar nuestros hogares y hábitos por ejemplo en el transporte o las compras.
Hay cooperativas eléctricas en el estado español a pesar de que tenemos un marco legal no siempre favorable. Se está hablando mucho de las ‘comunidades energéticas’, que son otra manera de organizarnos y actuar, invertir y construir. Hay experiencias de recuperación de centrales hidroeléctricas, como la de Aragón. Hay que cuidar mucho de que la tan proclamada transición energética no acabe sustituyendo una tecnología por otra pero sin cambiar, que siga en las manos de unos pocos intereses capitalistas.
Como Xarxa, entre 2017 y 2018 hemos trabajado conjuntamente en la redacción del libro “Tenemos Energía! Desafíos de la Transición Hacía la Soberanía Energética” (Icaria Editorial) para compartir nuestras reflexiones. Allí también apuntamos a algunas experiencias en el mundo que nos parecen interesantes en este sentido.
Sospecho que la UE está más bien en modelos más tradicionales. ¿Aprecian, sin embargo y al menos, una sensibilidad distinta? ¿Y en las Instituciones, empresas, etc españolas?
El capitalismo se renueva, transforma estos modelos tradicionales y los disfraza. La Comisión Europea con la propuesta del ‘Green New Deal’, por ejemplo, reconfigura un capitalismo verde para seguir asegurando lo que se sigue llamando ‘crecimiento económico’ que es en realidad muchas ganancias para unos pocos, unas migas para un ‘sector medio’ de la sociedad y la explotación de muchos y del medio ambiente. Sobre el GND, les recomiendo este vídeo de una compañera de colectivos para la justicia climática de Barcelona, que es muy ilustrativo: https://www.youtube.com/watch?v=r5dwWxDmSfc



No veo personalmente sensibilidades distintas entre empresas, pero sí entre instituciones, sobre todo a nivel municipal. Esto sí, creo que el municipalismo es un ámbito de acción y transformación más al alcance de la sociedad organizada. Nuestros municipios y nuestros territorios son quizás el lugar dónde podemos demostrar que sí se puede y se deben hacer las cosas de forma diferente, que se pueden operar transformaciones profundas. Sin embargo, no podemos dejar de disputar las relaciones de poder a nivel estatal, europeo y finalmente transnacional para defender estas transformaciones socio-ecológicas. Procesos de transformación del derecho internacional como es la Campaña Global contra la Impunidad de las Transacionales y para un tratado vinculante es, por ejemplo, una vía importante desde donde se están construyendo nuevos marcos de reglamentación y control de las empresas y para la defensa de los derechos humanos y del medio ambiente. https://www.stopcorporateimpunity.org/tratado-vinculante-proceso-en-la-onu/?lang=es


Plataforma por un Nuevo Modelo Energético PNME

Como se ha dicho al principio, son muchos los esfuerzos de distinto tipo empeñados en desarrollar y aplicar los presupuestos y valores de la SE. La Plataforma por un Nuevo modelo energético es uno de ellos. Se trata de una iniciativa ciudadana surgida en agosto de 2012 en Madrid, que defiende la transición hacia un modelo energético socialmente justo y ambientalmente sostenible, basado en las energías renovables, la eficiencia, el ahorro y la soberanía energética. Otros objetivos de esta Plataforma son la lucha contra la pobreza energética y la denuncia del Oligopolio eléctrico en España.

Se trata de un movimiento horizontal de carácter esencialmente abierto e inclusivo, que a finales de 2014 ya agrupaba a más de trescientas organizaciones ecologistas, sociales, políticas, sindicales, empresariales, etc. así como a miles de personas a título particular, siendo hasta la fecha la única plataforma que reúne a colectivos e individuos tan diversos con un mismo objetivo. 

La Plataforma se define así en su documentación: “La soberanía energética reside en la capacidad de una comunidad de decidir y legislar sobre cómo se quiere gestionar la energía que necesita para la reproducción de su vida social, desde la producción de la energía, a su utilización, pasando por la distribución y la financiación. Pero sobre todo, entendemos que la soberanía energética es la capacidad de una comunidad de decidir sobre cuáles son las prioridades de la política energética que le afectan de forma directa. Soberanía significa poder, y en lo que se refiere a la energía, poder decidir cuál es el destino de los fondos públicos, cuáles los derechos que se quieren proteger, cuáles los objetivos de las políticas energéticas, cuáles los impactos sociales y ambientales que se quieren asumir y cuáles los mecanismos para proteger a los miembros de esa comunidad y el medio que habitan y del que dependen” 

La PNME es muy activa estableciendo alianzas de distinto tipo. A mediados de febrero pasado se unieron en la Semana Europea de Lucha contra la Pobreza Energética a Fridays for Future, Ecologistas en Acción y a la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) para elaborar un manifiesto con siete puntos concretos, junto a otros colectivos y organizaciones sociales entre los que se encuentran Amigos de la Tierra, Ecoserveis, Yayoflautas, Madres por el Clima, Som Energía, CECU, CCOO, UGT, Alianza por la Emergencia Climática, Extinction Rebellion Bilbao y Nasti de Plastic Bizkaia. Esos puntos son los siguientes: 

1.- Optimizar las facturas para no pagar por encima de nuestras necesidades, ajustando el término de potencia a la demanda real y formando a los usuarios en los hábitos de consumo. Esto debería hacerse por parte de las compañías distribuidoras, que están en posesión de nuestros datos de consumo y desde luego de manera obligatoria dirigiendose a los clientes que tengan el bono social concedido.
2.- Reducción del tipo de IVA aplicado a los beneficiarios del Bono Social (del 21 por ciento de IVA de lujo al 4 de IVA reducido).
3.- Concesión automática del Bono Social sin necesidad de realizar petición por el usuario ni entrega de documentación, sino cruzando datos de la Agencia Tributaria, Seguridad Social y Servicios Sociales.
4.- Reducción efectiva de consumos para lo que es necesario realizar al menos una inspección básica que identifique las carencias más evidentes y permita aplicar medidas de eficiencia sencillas.
5.- Rehabilitación de hogares beneficiarios del Bono Social a cargo de las administraciones públicas.
6.- Creación de una Oficina de Atención al Ciudadano para todo tipo de consultas sobre temas energéticos (dudas en las facturas, medidas de eficiencia, información sobre autoconsumo, etc.) en las localidades donde no existan. Estas oficinas se pueden llevar a través de las instituciones o agencias que se encargan de energía y eficiencia en cada Comunidad Autónoma, como la Agencia Andaluza de la Energía, Fenercom en Madrid, Instituto Catalán de la Energía, EVE (Ente Vasco de la Energía), AVEN (Agencia Valenciana de la Energía), etc.
7.- Pero, sobretodo, no limitar la concesión de ayudas (Bono Social) a ‘unidades familiares justificables mediante libro de familia’ y hacerlo acorde a las necesidades reales sin esa clase de discriminación”
Pobreza energética

La PNME colabora estrechamente y muy especialmente con la Alianza contra la Pobreza Energética, una entidad que se presenta así: “La pobreza energética en el Estado español es una realidad que ya ha arrastrado a la muerte a más de 7.000 personas. En otras palabras, un 17 por ciento de la población tiene dificultades para pagar la luz, el gas o el agua. Los cortes de electricidad afectaron a más de 1,4 millones de familias en 2012. Los cortes de agua al área Metropolitana de Barcelona se triplicaron respecto al 2011... Son demasiadas las familias que se ven obligadas a decidir entre pagar la hipoteca, pagar la energía y el agua o alimentar sus hijos e hijas, y esto sin contar el colectivo de personas a las que, por motivos de salud, un corte en el suministro energético, puede poner en grave peligro su vida. A pesar de todo esto, el oligopolio energético -Endesa, Gas Natural-Fenosa, Iberdrola, EON España, EDP y AGBAR, lejos de sufrir la crisis, aumenta sus beneficios y no duda a incrementar tarifas: la electricidad ha subido un 83 por ciento desde el 2013 y el agua se ha encarecido en un 65 por ciento desde el 2008” La Alianza está formada por la Asociación Catalana de Ingeniería Sin Fronteras, Confederació d’AV de Catalunya, Coordinadora d’assemblees de treballadors/es en atur de Catalunya, Federació d’AV de Barcelona, Federació d’AV del Baix Llobregat, Front Cívic de Catalunya, Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Plataforma Aigua és Vida, Unió de Consumidors de Catalunya, la ya mencionada Xarxa per la Sobirania Energètica y el Observatori del Deute en la Globalització 

Mónica Guiteras es miembro destacado de la Alianza:

¿Puede hacer un balance a grandes rasgos de lo conseguido por la Plataforma desde que nació en 2014?

Desde 2014 hemos llevado a cabo muchas iniciativas, la más importante es la Ley 24/2015 aprobada por unanimidad en el Parlament en julio. Son cinco años de vigencia de una norma nacida de una Iniciativa Legislativa Popular (ILP) que impulsamos junto con otras entidades y en especial la PAH y que por primera vez en Europa plantea la prohibición de cortes asociada a un baremo de renta amplio, de tal modo que no haga falta estar demostrando constantemente pobreza, con lo aleatorio que eso puede llegar a ser. El procedimiento se basa en el ‘principio de precaución’ que pone por primera vez la responsabilidad en las operadoras, de tal modo que son ellas las que han de preguntar a los servicios sociales antes de efectuar ningún corte si en esa vivienda hay una familia en situación de vulnerabilidad. Con esta ley se han parado más de 40.000 cortes de suministro en Cataluña y ahora se están negociando los convenios que han de resolver quién paga la deuda acumulada de las familias. En la Alianza defendemos que esta factura debe ser asumida por las propias operadoras puesto que se están lucrando en la gestión de un servicio esencial para la vida y porque gestionan algo que es un derecho y, por tanto y en ese sentido, son unos privilegiados.

Otros logros son, por ejemplo, el impulso de un protocolo conjuntamente con un colectivo de bomberos de la Generalitat y del municipio de Barcelona para detectar situaciones de vulnerabilidad y poder trasladar esa información a los servicios sociales: contadores conectados de manera irregular, uso de hornillos de gas u otros combustibles peligrosos, etc.

Hacemos asesoramientos colectivos en nuestras asambleas quincenales y, en el día a día, en nuestro grupo de Telegram, damos seguimiento a las personas que participan activamente; es una herramienta de empoderamiento ciudadano y de creación de cocimiento.

¿Sólo actúan en Cataluña o se han extendido a otras zona del Estado bien directamente o a través de terceros?

No lo hemos hecho hasta ahora aunque hay contactos e intercambio de información con distintas entidades, sobre todo a través de la PAH, Ingeniería sin Fronteras y otras. Nuestra voluntad es, desde luego, que este movimiento se extienda y crezca.

¿Cómo debiera ser un modelo energético que haga innecesaria la existencia de la Plataforma?

Un modelo que ponga la vida de las personas y del planeta en el centro. Las personas son actores de cambio a mejor, no sujetos a los que culpabilizar de nada. Sería un contexto en el que el marco legislativo y el de movilización ciudadana fuera propositivo. Ambas cosas son necesarias porque siempre hay nuevas necesidades y es claro que si la ciudadanía no está movilizada, es muy difícil controlar al poder político y económico.

¿Estamos en el camino adecuado en Cataluña, en España y en Europa? 

Consideramos que la ley 24/2015 que mencioné es de las más garantistas de la UE. En el Estado español se intentaron improvisar algunas leyes que fueron suspendidas por el Tribunal Constitucional. No es fácil con el sistema eléctrico y el modelo energético que tenemos, el oligopolio… El panorama estatal nos parece complejo, pero es un hecho que la ciudadanía en Cataluña está ahora más protegida contra los cortes que en el resto del Estado. Es un agravio que nos gustaría que se corrigiera. Nosotros estamos en Cataluña, pero tratamos de intervenir siempre en el ámbito estatal. Hay que cambiar la lógica del mercado para luchar contra la pobreza; y es un error poner el acento en las instituciones del estado y no en las empresas.

En Europa este tema lleva más tiempo en la agenda política, pero hay países que se centran más bien en la eficiencia energética, eso nos parece peligroso si es el único enfoque y no se ataca el asunto del precio. La UE prefiere no ocuparse de eso porque está impulsando desde hace mucho una liberalización de los mercados de la energía y esa tendencia es una mala noticia porque parecen decir que solo se puede proteger a los consumidores en la medida en que no afecte al mercado.

La Alianza está en camino de extender su experiencia más allá de Cataluña que es en donde nació. Ecologistas en Acción, en cambio, lleva muchos más años en el activismo y la pobreza energética está en el centro de su interés en iniciativas para el conjunto del Estado pero también en Europa. Como ya hemos dicho, esta organización también estuvo en la Semana Europea de Lucha contra la Pobreza Energética; tuvo un papel activo y, a parte de suscribir el manifiesto, ha recordado que, según un estudio de la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA) https://www.cienciasambientales.org.es/ la pobre e insuficiente climatización en hogares está detrás de la muerte de 7.000 personas al año, más que los accidentes de tráfico, según un informe de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Por comunidades autónomas, la más afectada es Castilla-La Mancha donde un 20 por ciento de la ciudadanía sufre pobreza energética, seguida por Castilla y León, Extremadura y Murcia. En el lado opuesto se encuentran Euskadi, Canarias y Comunidad Valenciana.”

Ecologistas en Acción insiste en que la situación de la pobreza energética en España es alarmante. Con la entrada en vigor de las nuevas condiciones del Bono Social, de aplicación desde el 1 de enero de 2019, solo se ha conseguido reducir el número de beneficiarios, pasando de 2,3 millones en 2017 a 1,1 millones en el momento actual. Sin embargo, según la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del año 2018 del INE, el 21,5 por ciento de la población vive por debajo del umbral de riesgo de pobreza, es decir, casi 10 millones de personas. Esto deja al colectivo de población más vulnerable en total estado de indefensión por parte de nuestras administraciones públicas.

Las organizaciones firmantes de aquel manifiesto reivindican que es hora de actuar y exigen al Gobierno de PSOE-UP que actúe con contundencia. Por un lado, reconocen que el documento Estrategia Nacional contra la pobreza energética 2019 – 2024 (pinchar el el subrayado para acceder al texto) elaborado por el Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, define por primera vez de manera oficial el concepto de pobreza energética como: “la situación en la que se encuentra un hogar en el que no pueden ser satisfechas las necesidades básicas de suministros de energía, como consecuencia de un nivel de ingresos insuficiente y que, en su caso, puede verse agravada por disponer de una vivienda ineficiente en energía”. Asimismo, supone un avance que en los cuatro ejes de este documento se acojan buena parte de las reivindicaciones sociales.

En el día a día 

Si descendemos a las experiencias concretas, aunque es muy infrecuente que los medios de comunicación se ocupen de estos asuntos, las encontraremos a poco que busquemos. Son variadas. Conciernen a las administraciones a veces (como es el caso del Ayuntamiento de Barcelona ya mencionado o el de Berlín, creando sus propias operadoras o forzando a los suministradores tradicionales a cumplir ciertos requisitos) pero también al sector privado o a la colaboración de ambos. Insisto, hay muchos proyectos en marcha en distintas partes del mundo. Lo que sigue es apenas un botón de muestra

Transformar el sistema energético de Alemania


Es corriente mencionar el ejemplo alemán en lo que respecta a su inequívoca apuesta por las energías renovables. Ciertamente el esfuerzo que ha hecho al país es muy notable hasta ofrecernos la vergonzante paradoja de que, disponiendo por ejemplo de muchas menos horas de luz que la Europa meridional, su aprovechamiento de la energía del sol es mucho mayor. 

Pero también han apostado por gestionar la energía de manera cada vez más eficiente, realizando de este modo una contribución importante a la protección del clima. La “Energiewende” es la estrategia del Gobierno Federal para la transición energética. Ellos la definen así según el Ministerio alemán de Relaciones Exteriores: “...es nuestra respuesta a la siguiente pregunta: ¿De qué manera podemos alcanzar un abastecimiento energético seguro, rentable y sostenible? Constituye una oportunidad única para Alemania como foco económico, ya que permite abrir nuevas áreas de negocio, impulsar innovaciones y crear empleo y crecimiento. Al mismo tiempo, con la transición energética queremos ser menos dependientes del petróleo y el gas importados del extranjero. Al Gobierno Federal le preguntan muy a menudo por todo el mundo sobre la transición energética. Del mismo modo, muchas personas se sorprenden de las dimensiones que tiene el proyecto de la transición energética y los múltiples aspectos que lleva asociados” 

El Estado alemán dice ser consciente de su papel global en esta materia: “Con su transición energética, Alemania asume responsabilidades por el planeta y sus habitantes”
Los alemanes se proponen ir implantando su estrategia progresivamente hasta el año 2050. Para ello “...perseguimos claros y ambiciosos objetivos y disponemos de una hoja de ruta concreta. La transición energética está perfectamente integrada en un marco internacional. Deseamos establecer un intenso intercambio con nuestros vecinos europeos y socios internacionales y buscamos cooperaciones y soluciones transnacionales por cuanto necesitamos encontrar soluciones conjuntas para así alcanzar un abastecimiento energético seguro, sostenible y asequible”

El decidido protagonismo que Alemania ha asumido es ejemplar y sería deseable que otros paises y la propia UE siguieran su ejemplo.

Queremos que la Unión Europea se convierta en un modelo y que sea el líder mundial en esta materia” Son declaraciones de Úrsula Von der Leyen. el pasado día 10 de enero en Zagreb, donde la Comisión Europea celebró la primera reunión con la presidencia semestral del Consejo Europeo, ocupada ahora por Croacia. La presidenta de la Comisión se refiere a un muy ambicioso plan para la transición ecológica que habrá de movilizar un billón de euros. Por desgracia hay dudas más que razonables sobre la viabilidad de este plan así como de la procedencia y el destino final de esos fondos. 

Más allá de las grandes palabras, los proyectos nacionales o transnacionales y los propósitos globales, hay gente que se ha puesto a la faena en cosas de cada día. Goiner y Som Energía son dos ejemplos: 

Goiener, cooperativa referente en Euskadi

Definen su misión de forma bien sencilla: “Construir un modelo energético respetuoso con el medio ambiente y justo, comercializando energía eléctrica 100 por cien renovable, impulsando proyectos de generación, asesorando, participando en campañas y colaborando con organizaciones que comparten nuestros objetivos, siendo cercanos, generando confianza, aceptando la diversidad, comunicando con transparencia, facilitando la participación y teniendo en cuenta las necesidades y el cuidado de las personas”
Goiener es una cooperativa creada en Euskadi 2012 por un equipo de 30 personas que viene teniendo un crecimiento continuado de unos 1.500 socios al año. En poco más de cinco años, ya habían superado los 10.000 socios y los 12.000 contratos de suministro eléctrico. El perfil de quienes se han apuntado a esta iniciativa lo explican en su documentación con un lenguaje nada ampuloso: “Consumidores domésticos que no miran tanto el precio sino el servicio y la cercanía; consumidores no particulares - segmento de consumidores modestos, pequeños comercios, asociaciones, comunidades de propietarios que buscan el mejor precio junto con un factor de confianza; consumidores medios exigentes, que comparten la filosofia Goiener (entidades como Koopera, Emaús, Ikastolas…); consumidores militantes fuertes. (ELA, LORPEN, como ejemplos); consumidores potentes, pero no militantes a los que no les importa tanto la filosofía, pero les gusta la imagen Goiener; si nuestra propuesta concreta les interesa, se quedan; mega consumidores, tipo Eroski para entendernos, están fuera de nuestra liga en este momento; municipios por licitaciones tenemos unos cuantos, y nos da un refuerzo social, local, pero no necesariamente hay implicación”

Erika Martínez, es miembro destacada de la cooperativa y una de las redactoras de su Plan Estratégico:

Leyendo el Plan estratégico, me ha parecido entender que prestan ustedes una especial atención a la perspectiva de género. ¿Es así? ¿Porqué?

En Goiener llevamos un par de años trabajando la perspectiva de género. Nos dimos cuenta que a pesar de estar dentro de nuestros valores y aplicarla en cierto aspectos de la vida interna, las inercias de estar en un sector muy masculinizado, el día a día, la sociedad en general y las mochilas propias, nos arrastraban a reproducir ciertas tendencias. Así que iniciamos una reflexión; fuimos aplicando la perspectiva de género en temas como la visibilización, nuestra imagen corporativa, el lenguaje, la forma de relacionarnos, la representación.. Esto nos ha llevado a dos hitos muy importantes a mi parecer: poder plasmar nuestra mirada ecofeminista en un plan estratégico donde ponemos la vida en el centro y a poner en marcha nuestro Plan de Igualdad.

¿Cuál es el papel del voluntariado -otra singularidad- en su organización?

Goiener es voluntariado por encima de todo. El proyecto nace de él y es lo que nos hace diferentes, nuestra riqueza humana. Están presentes en el día a día en los grupos operativos, en la toma de decisiones y en la labor social. Organizamos encuentros trimestrales para trabajar dinámicas, reflexionar, ponernos cara y disfrutar de momentos más informales. A través de Goiener Elkartea dinamizamos todo este trabajo.

¿Cuál es la reacción de las grandes operadoras tradicionales y de las administraciones públicas a vuestra presencia?

Las grandes operadoras, están apropiándose de parte de nuestro discurso. Las administraciones públicas nos tienen cada vez más en cuenta. Por nuestras características, desde el principio hemos mantenido más relación con administraciones locales y por lo general, siempre han sido positivas y enriquecedoras para ambas partes. Nos perciben como algo más que una comercializadora de energía 100 por cien renovable; una cooperativa que apuesta por lo local, que crea redes con ellas y a la que le pueden consultar dudas. Confían en nosotras. Esto nos ha permitido que otros organismos llamen desde el respeto y conocimiento de nuestro buen hacer cuando antes tal vez nos veían como algo curioso, pequeño, un experimento…

Repasemos el cumplimiento de algunos de los objetivos del Plan Estratégico casi un año después de su puesta en marcha.

Socios al comienzo del plan y socios en la actualidad

En la actualidad somos 11.483 socias en Goiener Sociedad Cooperativa. Pero en realidad No sabría poner fecha fija al comienzo del plan. Fue un proceso de varios meses, que formalmente desembocó en la aprobación de la Asamblea pero muchos de cuyos puntos empezamos a desarrollar desde antes. En general sí que podemos decir que los números se van cumpliendo en la comercializadora y en Nafarkoop, nuestra cooperativa del área de generación.

Dice el Plan en el Objetivo 2: "¿En qué queremos crecer y evolucionar de forma deliberada y consciente? ¿A qué queremos dedicar tiempo a explorar, pensar, soñar?" ¿Ya tienen respuestas?

Le diría que sí y no. Somos un proyecto muy vivo y tenemos solo algunas respuestas. Dentro de unos meses tendremos más preguntas y respuestas distintas a las mismas preguntas.. Lo que no cambia nunca es eso: que queremos crecer, evolucionar y generar espacios para explorar, pensar y soñar.

"¿Cómo crecemos, como personas, equipos, comunidad?" ¿Cómo pues?

Trabajando nuestro valores y metodología. Compartiendo conocimiento, fomentado el pensamiento crítico, el reconocimiento, el compromiso, la confianza, creando espacios y poniendo en valor esa riqueza única que se crea dentro de los grupos.

Algunos ejemplos de alianzas tejidas en este tiempo. ¿Cómo y a quién han ‘contagiado’?

Hemos acompañado y seguimos haciéndolo a otras cooperativas energéticas que se han creado en otros lugares del Estado. Con ellas y con otras muchas, hemos creado Unión Renovables. Colaboramos con agencias de desarrollo locales, hemos firmado acuerdos de colaboración con entidades del sector agro-alimentario, turístico, con universidades y tenemos proyectos muy interesantes con algunos ayuntamientos. Además pertenecemos a REAS (Red de Redes de Economía Alternativa y Solidaria, https://www.reasred.org/)
e intentamos impulsar esta red tan importante.

Hay un objetivo que me parece que merece algún comentario: " Introducirse en el curriculum educativo..." ¿Algún ejemplo?

En general puedo decir que hemos dado charlas de muchos centros educativos a alumnado de diferentes edades. También en la universidad hemos hablado sobre energía e innovación social. Es algo que no hemos buscado de manera proactiva pero nos pareció interesante y, visto el interés que generaron nuestra primeras charlas, decidimos que era algo a desarrollar. De un grupo de voluntariado surgió esta idea, que ha resultado muy exitosa:


Una recomendación: Visiten esa web cuyo enlace ofrece Erika. Merece la pena. Y no se pierdan tampoco un enlace al final de esa misma web: es un artículo publicado en enero del año pasado en La Vanguardia por Clara Roig: “La chica que quiso retar al sol”. Es verdaderamente aleccionador al respecto de hasta donde pueden llegar las cosas cuando lo que inspira tareas como las que asumen las gentes que se mueven en el universo Goiener son los valores que definen la soberanía energética.

Som Energia 

Es también una cooperativa sin ánimo de lucro, pero con un enfoque distinto. Se definen así: “Producimos energía eléctrica en instalaciones de generación a partir de fuentes renovables (sol, viento, biogás, biomasa, etc.) financiadas con aportaciones económicas voluntarias de los socios y gestionamos, compramos y facturamos la electricidad que consumen los socios y socias que hayan querido contratarnos como comercializadora de electricidad verde, según los certificados de garantía de origen (CNMC). Particulares y empresas pueden contratar la luz con nosotros sin necesidad de cambios técnicos en la instalación”

Los socios de Som Energía hacen una aportación inicial al capital social de 100 euros. Cualquier particular, empresa o administración pública que comparta sus valores puede unirse a la cooperativa.

Esos valores que son en sí mismos una misión y que encajan en los de la SE, son: “impulsar un modelo energético renovable, eficiente y en manos de la ciudadanía; favorecer el crecimiento de una economía más social y solidaria; romper con el oligopolio energético existente y participar de un movimiento social transformador”

Nacieron en 2010 y en menos de un año ya eran 1.000 socios y tenían 150 contratos. En octubre de 2011 comenzaron la construcción de su primera instalación, una cubierta fotovoltáica de 100 KW en Lleida. En 2014 inauguran una planta de biogás de 500 KW en Torregrossa financiada con aportaciones de los socios, y suscriben en primero contrato con la administración pública: el Ayuntamiento de San Celoní; en ese año superan los 17.500 socios. A mediados de 2016 entra en funcionamiento la planta solar de Alcolea. En 2018 inician el primer proyecto para paliar la pobreza energética. 

Marc Roselló, miembro del Equipo de Gerencia de la Cooperativa: 


Ustedes tienen un modelo de negocio dividido en dos: producen y comercializan ¿Porqué esta doble línea? ¿las instalaciones para producir electricidad son propiedad de la cooperativa; cuales son sus planes de expansión y crecimiento en este ámbito? ¿Puede explicar a grandes rasgos su dimensión y capacidad, volumen de negocio, etc?
La motivación que impulsó la creación de la cooperativa era y es ser una herramienta que acelerara el cambio de modelo energético. 

Por un lado, la inspiración de las cooperativas europeas que hace décadas realizan esta labor de transformación nos ayudó a comprender que era importante visibilizar la voluntad de muchas personas de que su energía provenga de energías renovables, y eso lo conseguimos con la comercialización de electricidad verde (que en ese momento, en el año 2010, no había opción para un uso doméstico de poder elegir el origen de nuestra electricidad). Y por el otro, impulsar más generación renovable gracias a la unión de las personas socias de la cooperativa. Una actividad sin la otra no es del todo coherente con nuestro objetivo de lograr un modelo cien por cien renovable. No solo queremos “quedarnos” con la energía verde existente actualmente, también queremos ser parte del motor hacia ese cien por cien.

Así pues, los proyectos de generación son propiedad de la cooperativa y su construcción es financiada a partir de la participación económica de las socias y socios.

Actualmente, comercializamos más de 400GWh al año y producimos a partir de nuestras plantas de generación unos 13GWh/año. Eso representa un volumen de negocio de más de 60 millones en el año 2019, principalmente por la parte de comercialización.

¿Cuántos socios tienen en la actualidad y cómo ha evolucionado la incorporación desde que nació la cooperativa? ¿a grandes rasgos como es el perfil del socio?

Som Energia nació en diciembre de 2010 y el acto fundacional contó con 350 personas socias. A fecha de hoy, tal y como se puede ver en nuestra web (www.somenergia.coop), hay 65.000 personas socias de la cooperativa y gestionamos 112.000 contratos de luz. La diferencia entre socias y contratos se debe a que cada socia puede invitar a cinco personas a contratar la luz sin necesidad de asociarse a la cooperativa. En la primera página de la Memória social y económica (pinchar en el enlace para consultar la Memoria) se puede ver la evolución de personas año a año y también su distribución geográfica. Según una encuesta realizada a la base societaria, los principales motivos por formar parte de Som Energia son, primero, dar apoyo a las energías renovables, en segundo lugar, el cansancio que provocan las grandes compañías del sector eléctrico, y en tercer lugar, la voluntad de impulsar una economía cooperativa y sin ánimo de lucro. 

Ustedes son un actor de lo que se viene conociendo como soberanía energética ¿Se trata de una especie de ‘revolución’ desde abajo?

Si desde abajo entendemos que Som Energia nace y va dibujando su camino poniendo el foco en las personas y para ello construimos y miramos de ampliar las vías de participación, sí. 

¿Sienten la presión del oligopolio y de los agentes del modelo tradicional de producción y distribución de energía? Si es así ¿de qué manera?

Siempre decimos que la presión de los actores tradicionales para proteger su territorio no se dirige hacia nosotras únicamente. Ya construyeron un sistema y un modelo (regulatorio, de propiedad, etc.) que dificulta y es muy complejo para la penetración de nuevos actores. La opacidad, la complejidad, la capacidad de influencia, ya son elementos contrarios al interés de cambiar el modelo y la estructura de poder en este sector tan importante y crítico como es el energético.

¿Cuál es su relación con las administraciones públicas?

A fecha de hoy, disponemos de 500 contratos de electricidad en el ámbito de las administraciones públicas y 100 de estos contratos además son socias de la cooperativa. 

En términos generales ¿qué sería necesario para que este cambio de modelo y hasta de paradigma alcanzara la masa crítica suficiente como para influir decisivamente en la transición energética en España y en Europa?
Ya nos gustaría tener respuesta a esta pregunta. Nunca antes se ha dado la opción como ahora de intentar un cambio tan profundo (gracias a las renovables y a la crisis climática) y por tanto no tenemos referencias.

Hay quien plantea que un objetivo seria llegar al millón de personas vinculadas a iniciativas como la nuestra o que logrando llegar al dos por ciento de las personas los cambios se producen pero, la verdad, no sabemos si son previsiones reales o mensajes motivacionales.

Hasta aquí un relato largo para un trabajo periodístico, apenas un apunte, sin embargo, al respecto de la diversidad de iniciativas que por la potencia de lo sabido, lo conocido, lo habitual, lo de siempre, y por el interés bastardo, quedan silenciadas. Pero la sociedad bulle más de lo que parece y es diversa. Me referí al principio al libro “Pluriverso” un verdadero compendio de esa diversidad de proyectos grandes y pequeños que hoy encontrados por todo el mundo. Termino con una cita recogida al principio de esa misma obra; es de la Cuarta declaración de la selva lacandona, 1997, del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional: “ Muchas palabras se caminan en el mundo. Muchos mundos se hacen. Muchos mundos nos hacen. Hay palabras y mundos que son mentiras e injusticias. Hay palabras y mundos que son verdades y verdaderos. Nosotros hacemos mundos verdaderos. Nosotros somos hechos por palabras verdaderas. En el mundo del poderoso no caben más que los grandes y sus servidores. En el mundo que queremos nosotros caben todos. El mundo que queremos es uno donde quepan muchos mundos.”

Juan A. Cabrera















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