lunes, 21 de enero de 2013

Corrupción: círculos viciosos, pero que muy viciosos


 

Uno ya no sabe a qué atenerse. Nos mienten tanto, tergiversan tanto, manipulan tanto que solo cabe refugiarse en el puro sentido común o en lecturas simples de la realidad que, por lo demás, suelen ser las más acertadas; alguien dijo que debemos desconfiar de la complejidad innecesaria.
Un ejemplo: esta mañana Pepa Bueno le hacía una estupenda entrevista (¡cuánto necesitamos del buen periodismo!) a María Dolores de Cospedal a propósito del cierre de las urgencias en no pocas localidades de Castilla la Mancha. La presidenta, además de empecinarse en no considerar cerrada una cosa que se cierra de hecho a una determinada hora, deambuló por vericuetos verbales y eufemismos para dudar cuando la periodista le preguntó por qué cree ella que la gente no acepta la medida; vaciló un segundo apenas, porque quien no parece tener la necesidad de armar adecuadamente los argumentos, se tira a la piscina con lo primero que le viene a las mientes: la culpa la tiene la alarma social creada (o sea el mensajero) mucho más cuando lo que la Junta ofrece (léase “impone”) es mucho mejor que lo que hay; es decir, que la gente es tonta, algo que también se nos dice desde las instancias gubernamentales con faltona asiduidad.
Otro ejemplo (sensu contrario): Álvarez Cascos, que fue secretario general de la cosa cuando entonces, ha declarado: "A lo largo de mi vida todas las retribuciones o sueldos que he recibido, en el grupo parlamentario o del partido, todas han tenido el correspondiente soporte documental, la correspondiente retención de Hacienda y el correspondiente reflejo en mis declaraciones de ingresos sobre la renta". ¿Irreprochable el parrafito no? Pero habla de “retribuciones o sueldos” y ¿qué hay de “emolumentos o salarios” ¿qué es eso de “soporte documental”? ¿nómina? ¿recibillo formato comunidad de vecinos?: la semántica la carga el diablo y uno se está volviendo un desconfiado de tomo y lomo (aunque de eso ya hablaremos en otro momento: de las cañas de lomo que circulaban por los despachos quiero decir) Matizó Cascos que hablaba "a título personal" ¿Y eso qué significa? ¿Qué puede importarnos lo que diga en este asunto o en cualquier otro a título personal? ¿Él no, pero los demás no le consta?
Llevamos unos cuantos días de lo más entretenido ...para estómagos curtidos. Hoy no ha sido menos. La señora de Cospedal terminó la entrevista a la que me acabo de referir de manera algo abrupta porque tenía mucha prisa: iba a una reunión de la dirección de su partido que habría de tratar graves asuntos y, ya si eso, una cosilla más: lo de Bárcenas; "esa persona" como dice ella.
Reuniéronse los padres y madres de la patria y la montaña parió un ratón: la cúpula del PP ha decidido que va a realizar una investigación interna y otra externa que encargarán a un auditor.

Se agradece que uno se investigue a sí mismo aunque esté persuadido de que no es culpable de nada; no se trata de perder el tiempo miserablemente y tomar a los demás por imbéciles, sino de mostrar hasta qué punto uno se fía de sí mismo, tanto que se pone en manos de uno mismo (me parece que me he liado un poco) Y, respecto a la investigación externa, pues tendrán que explicarle a la empresa auditora en donde está lo que se niega que exista (en realidad, nunca existe, es solo un concepto retórico), esto es, la caja B, a fin de que repase una contabilidad no realizada y pregunte al personal de una lista que nadie ha visto algo del tipo: “oiga ¿recibió usted gratificaciones en billetes de 500 euros dentro de un sobre?” “Por supuesto que no ¿por quién me toma?” “Bueno, gracias y disculpe eh”
También se nos anuncia que el ministro Montoro va a comparecer en el Congreso para explicar si Bárcenas se acogió a la amnistía fiscal (disculpen que no recuerde como la llama el Gobierno pero es que me da jaqueca) Importa poco la respuesta; esa ya la sabemos: no, que lo ha dicho la Agencia Tributaria y eso va a misa. Lo que tal vez resulte interesante es ver por donde va a salir el ministro, a quién le echará la culpa de qué y esas cosas que sabe hacer tan bien. Pero descuiden que la lista de defraudadores que prometió no la hará pública…por la cuenta que le tiene, a él y a su partido.
Rajoy añade a su manido anuncio de firmeza en el pulso que tampoco le va a temblar si tiene que repartir querellas a diestro y siniestro, esto es a los periodistas y medios de comunicación que difamen a su partido y a las gentes de bien que lo dirigen. Llegado el caso tendrá que emplearse a fondo porque, salvo algunas tertulias y el diario La Razón, va a tener que emprenderla contra todo Dios. Pero, en fin, esto último son las tonterías que se dice en medio de un calentón ¿O qué se creían, que Rajoy no tiene su corazoncito?
La traca final del día ha sido el anuncio de que el Gobierno va a promover un pacto anticorrupción entre todos los partidos, algo que está en la línea de la necesidad de la regeneración para el ejercicio de la política que también están pidiendo desde ciertas instancias del PSOE, regeneración dicen, que habría de ser liderada por la izquierda y tal. Demasiado tarde para fuegos de artificio. Sinceramente, no creo que el país esté para declaraciones grandilocuentes, pactos históricos y monsergas varias.

Si quieren evitar la corrupción, pues no se corrompan.
 
 

 
 

3 comentarios:

  1. Corrupción y poder siempre han sido buenos compañeros de viaje. Recordemos al mismísimo Séneca y sus problemas con el Senado. Que los trasuntos económicos de Martita Pujol y sus hijos eran vox populi no es nuevo, como tampoco lo eran los negocios del Sr. Urdangarían, como tampoco es nuevo todo lo que rodea a la financiación de los partidos políticos tanto aquí como fuera (recordemos el aviso para navegantes de Gadafi a Sarkozy sobre sus sustanciosas aportaciones al partido de este último, y cómo ha acabado Gadafi), pero sobre todo lo que desde hace años trata de la financiación del PP y los sustanciosos negocios que sus correligionarios tienen con la Administración.
    O se toman serias cartas en este asunto y se mete el bisturí para quitar toda la gangrena existente, pero tanto en los partidos y políticos afectados como en los empresarios que han formado parte del juego, o la ciudadanía, cada vez más hastiada (aunque por omisión también tenemos una buena parte de culpa), tomará rumbos que no creo gusten a nadie.


    0 △ ▽

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  2. Coincidiendo con
    el debate público que suscita la sobretasa impuesta en dos comunidades
    autónomas, Cataluña (ahora retirada por el Constitucional) y Madrid, a las
    recetas médicas y que se viene a añadir al recargo en medicinas para jubilados,
    parece darse por aceptado un concepto realmente peligroso. Socialmente es muy
    importante atajar la deriva que está consiguiendo que se admita, como natural,
    que los temas sanitarios sean otro elemento más de consumo y, por tanto, objeto
    de recaudación. Los medicamentos no responden a un consumo voluntario, como el
    presidente de la Comunidad de Madrid se empeña en manipular, con la falacia
    extensiva de que “los ciudadanos acumulan medicamentos”. Cuando un facultativo
    prescribe, bajo su responsabilidad médica, un fármaco no está haciendo un acto
    consumista ni el paciente actúa como si acudiese a un bar. Ya se han encargado
    las autoridades sanitarias de atornillar con diversas medidas y presiones las
    prescripciones de los médicos. La ideología liberal radical está haciendo un
    daño irreparable a la medicina social y ha logrado confundir a la ciudadanía. La sola
    modificación del carácter de “paciente” para etiquetarnos como “clientes” ya
    está señalando el fin perseguido. Etiquetar como “consumo” lo que no deja de
    ser una prescripción terapéutica obligada y penalizar económicamente su acceso
    imprescindible para la salud no solo es una alteración de los conceptos, es una
    canallada que nos marcará inevitablemente.

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  3. Coincidiendo con el debate público que suscita la sobretasa impuesta en dos comunidades autónomas, Cataluña (ahora retirada por el Constitucional) y Madrid, a las recetas médicas y que se viene a añadir al recargo en medicinas para jubilados, parece darse por aceptado un concepto realmente peligroso. Socialmente es muy importante atajar la deriva que está consiguiendo que se admita, como natural,que los temas sanitarios sean otro elemento más de consumo y, por tanto, objeto
    de recaudación. Los medicamentos no responden a un consumo voluntario, como el presidente de la Comunidad de Madrid se empeña en manipular, con la falacia extensiva de que “los ciudadanos acumulan medicamentos”. Cuando un facultativo prescribe, bajo su responsabilidad médica, un fármaco no está haciendo un acto consumista ni el paciente actúa como si acudiese a un bar. Ya se han encargado las autoridades sanitarias de atornillar con diversas medidas y presiones las prescripciones de los médicos. La ideología liberal radical está haciendo un daño irreparable a la medicina social y ha logrado confundir a la ciudadanía. La sola
    modificación del carácter de “paciente” para etiquetarnos como “clientes” ya está señalando el fin perseguido. Etiquetar como “consumo” lo que no deja de ser una prescripción terapéutica obligada y penalizar económicamente su acceso imprescindible para la salud no solo es una alteración de los conceptos, es una
    canallada que nos marcará inevitablemente.

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