Pues dirán ustedes
que estoy paranóico. Igual tienen razón, pero creo que no cesa la
campaña para hacer que Podemos desaparezca de la faz de la tierra.
No, no creo que haya una mano negra que maneje los hilos ni que haya
una estrategia concertada al respeto para combatir lo que temen; eso
solo pasa en las películas ¿no? Ni siquiera me refiero a ese empeño
por hacer públicas las críticas en los momentos más inoportunos
por parte de significados miembros del partido que acuden raudos a
dar consejos cuanto huelen lo que sea que huelan.
Es peor: es que hay
una especie de acto reflejo muy extendido entre quienes ostentan
alguna clase de poder del tipo que sea en un país que teme la
libertad y recela de todo aquello que no sea lo de siempre, sota,
caballo y rey. También le pasa a buena parte de la parroquia.
Ahora resulta que
Vox, será ultraderecha, pero es coherente -oído en la SER esta mañana, lo juro- pidiendo a quien quiera su
apoyo que les permitan tocar poder puesto que los necesitan. Ya
recuerdan ustedes cuando en 2015 Podemos pidió entrar en el gobierno
y se negó a dar un cheque en blanco al PSOE en su pacto con
Ciudadanos aduciendo que les separaban apenas medio millón de votos:
les dijeron (por ejemplo, los medios de Prisa) de todo menos bonitos.
Nos va mucho a los españoles el rollo ese de brutos pero nobles,
fachas pero honraos, gente aseada al fin y al cabo, no como ese
Iglesias, brillante sí, pero que se viste en Alcampo y luce a veces
en los mitines aureolas en los sovacos; inapropiado, incómodo, raro...comunista. Así es que entra en el juego de lo razonable que Vox, la serpiente, exija y trate de condicionar...¿lo de Podemos? Vamos, ni hartos de vino.
Personalmente creo
que a estas alturas es un error insistir en la coalición de gobierno
o el gobierno de coalición (en el PSOE, aficionados a los fuegos de
artificio, distinguen una cosa de la otra) Los de Sánchez necesitan
a Podemos salvo que se echen en brazos de Ciudadanos, en estos días
ya más blanditos, y se olviden -otra vez- de lo que las urnas han
dicho. Pero de nuevo oímos que lo que quieren son sillones. Qué
manía con sentarse ¿eh? Igual es que lo honesto, lo chupi, es
gobernar de pié. Pero en este caso no vale aquello de que existir es
insistir, que dijo Zizek. Dadas las circunstancias eso solo conduce a
un callejón sin salida que puede tener consecuencias desastrosas
para la parte más débil por muy “socio preferente” que sea.
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