No
teman, no voy a opinar sobre el corona virus. Serán solo dos
palabras sobre comunicación.
Hay
un problema biológico, luego médico y luego epidemiológico. No
está resuelto y solo la ciencia podrá resolverlo.
Y
luego hay una caterva de insensatos que se dedican a hacer
espectáculo de lo que sea. Lo he dicho más veces en relación con
otros asuntos: hay algo que se llama responsabilidad social de la
prensa que prácticamente ha desaparecido de la gestión comunicativa
y del ejercicio del periodismo. Como hubiera dicho el clásico
¿porqué no te callas?
Un/a
presentador/a de televisión dice cargado/a de razón que debemos
hacer caso solo de las recomendaciones de los expertos y a continuación
da paso a una tertulia en la que hay periodistas, alguien que dice saber sobre psicología del miedo, un político o dos, un economista, claro, una señora que estuvo a
punto de viajar a China y, qué suerte, perdió el avión, y hasta un
sujeto que profiere exabruptos sin cesar y responde al apellido de Inda. ¿Porqué no os
calláis?
Hay
confusión puesto que aún nada se ha resuelto en origen: ni se sabe
si el virus ha saltado a los humanos a partir de alguna especie
animal (prepárense si se comprobara que la cosa viene de los koalas
o las zarigüellas porque de inmediato Ana Rosa haría un especial y
Ferreras viajaría a Australia con su casco puesto) ni se conoce con
certeza cuál y cómo es el período de incubación, ni hay vacuna,
ni tratamiento específico.
Hoy
en Madrid un muchacho de 24 años ha hecho lo que hay que hacer: se
sintió indispuesto y dado que había viajado hace unos días a
Italia, llamó al 112 para explicarlo. Le diagnosticaron en casa, dió
positivo y ahora está bajo control médico. Y ya.
¿Pandemia?
Pues no se sabe aún, pero lo que sí se sabe es que la estupidez y la irresponsabilidad, desde luego, lo son.
¿Porqué
cojones no decís algo útil y luego os calláis?
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