miércoles, 26 de febrero de 2020



No teman, no voy a opinar sobre el corona virus. Serán solo dos palabras sobre comunicación.

Hay un problema biológico, luego médico y luego epidemiológico. No está resuelto y solo la ciencia podrá resolverlo.

Y luego hay una caterva de insensatos que se dedican a hacer espectáculo de lo que sea. Lo he dicho más veces en relación con otros asuntos: hay algo que se llama responsabilidad social de la prensa que prácticamente ha desaparecido de la gestión comunicativa y del ejercicio del periodismo. Como hubiera dicho el clásico ¿porqué no te callas?

Un/a presentador/a de televisión dice cargado/a de razón que debemos hacer caso solo de las recomendaciones de los expertos y a continuación da paso a una tertulia en la que hay periodistas, alguien que dice saber sobre psicología del miedo, un político o dos, un economista, claro, una señora que estuvo a punto de viajar a China y, qué suerte, perdió el avión, y hasta un sujeto que profiere exabruptos sin cesar y responde al apellido de Inda. ¿Porqué no os calláis?

Hay confusión puesto que aún nada se ha resuelto en origen: ni se sabe si el virus ha saltado a los humanos a partir de alguna especie animal (prepárense si se comprobara que la cosa viene de los koalas o las zarigüellas porque de inmediato Ana Rosa haría un especial y Ferreras viajaría a Australia con su casco puesto) ni se conoce con certeza cuál y cómo es el período de incubación, ni hay vacuna, ni tratamiento específico.

Hoy en Madrid un muchacho de 24 años ha hecho lo que hay que hacer: se sintió indispuesto y dado que había viajado hace unos días a Italia, llamó al 112 para explicarlo. Le diagnosticaron en casa, dió positivo y ahora está bajo control médico. Y ya.

¿Pandemia? Pues no se sabe aún, pero lo que sí se sabe es que la estupidez y la irresponsabilidad, desde luego, lo son.

¿Porqué cojones no decís algo útil y luego os calláis?

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